El bruxismo, trastorno del sistema de masticación que se caracteriza por apretar y/o chirriar los dientes, afecta a entre un 20 y un 30% de la población infantil. Existen dos tipos: el que se produce con el menor despierto, que puede ser debido a la ansiedad u otros factores, y el que tiene lugar durante el sueño, mientras el niño duerme. En ambos casos son regulados por el sistema nervioso central, ya que antes de cada episodio se incrementa la actividad cerebral y el ritmo cardiaco.
Bruxismo nocturno y diurno
Como explica el Dr. Ignacio García Recuero, cirujano oral y maxilofacial del hospital, el bruxismo nocturno es involuntario, con aparición rítmica y continuada de actividad muscular masticatoria. Suele ocurrir durante la transición de estadios profundos de sueño a otros más superficiales, una secuencia que puede repetirse varias veces durante la noche. “El bruxismo nocturno es distinto de otras formas de movimientos nocturnos normales de masticación, sonrisas y discursos”, aclara el doctor García Recuero, quien recientemente efectuó una reconstrucción personalizada de articulación temporomandibular, la primera en la sanidad privada madrileña.
¿Qué consecuencias tiene en los más pequeños de la casa?
Según detalla este especialista, las consecuencias más importantes del bruxismo en niños son las siguientes:
Diagnóstico
En el diagnóstico de este trastorno colaboran varios especialistas. Están implicados odontopediatras, ortodoncistas y cirujanos maxilofaciales, pero también es relevante la interconsulta con el neumólogo y el equipo de patología del sueño, además del pediatra, el neurólogo y el psicólogo clínico.
Plan terapéutico multidisciplinar
Una vez ha sido diagnosticada su causa, este equipo de especialistas diseña un plan terapéutico organizado y multidisciplinar. En el caso del bruxismo diurno, se centra en la modificación de las conductas y el apoyo psicológico, al evitar las situaciones y las actividades que incrementan el estrés o la ansiedad en los pequeños.
El Dr. García Recuero también recomienda las siguientes pautas para minimizar el impacto del bruxismo diario o nocturno en los niños: