Palpitaciones, mareos, síncope, dolor torácico, pérdida de conocimiento… Son algunos de los ‘signos’ que delatan la posible existencia de una arritmia.

Por ellas se entiende cualquier cambio en la secuencia normal de los impulsos eléctricos del corazón, en su ritmo de latido. O es demasiado rápido o excesivamente lento o es irregular. Cuando el corazón no late correctamente no es capaz de cumplir su misión: bombear la sangre con eficacia y hacer que circule. Las consecuencias: la sangre se puede coagular y los pulmones, cerebro y otros órganos no pueden funcionar adecuadamente y es entonces cuando pueden producirse problemas graves de salud, como un ictus, un infarto o la muerte súbita.

Los latidos del corazón ocurren como consecuencia de unos impulsos eléctricos que hacen que las aurículas y los ventrículos se contraigan de forma adecuada, sincrónica y rítmica. La frecuencia cardiaca normalmente oscila entre 60 y 100 latidos por minuto.

Pero no todas las arritmias son iguales ni todas causan las mismas consecuencias, señala el Dr. Pérez-Villacastín, Julián, jefe de la Unidad de Arritmias del Hospital. Existe un tipo de arritmia conocida como fibrilación auricular que apenas provoca síntomas y que es muy común, a medida que se envejece. De hecho en España se estima que 1 millón de personas sufren fibrilación auricular. Esta arritmia es la responsable de un gran número de ictus, los cuales además de incapacitantes pueden ser mortales.

La fibrilación auricular una enfermedad caracterizada por unos latidos descoordinados de las aurículas del corazón, lo que provoca un ritmo rápido e irregular, y además de un mayor riesgo de ictus, favorece otras enfermedades como la insuficiencia cardiaca. El riesgo de que una persona con fibrilación auricular tenga un accidente cerebrovascular aumenta con la edad y con la presencia de hipertensión, insuficiencia cardiaca, diabetes o antecedentes de accidente cerebrovascular y accidente isquémico transitorio previo (interrupción o reducción temporal del flujo de sangre a ciertas partes del cerebro). El tratamiento con anticoagulantes reduce las probabilidades de padecer un ictus.

¿Cómo se diagnostica la fibrilación auricular?

La detección de un pulso irregular en la exploración física puede indicar la presencia de fibrilación auricular, pero para confirmarla se requiere un electrocardiograma. La fibrilación auricular es recurrente y se puede quitar sola (la llamamos entonces paroxística) y podría no presentarse durante la prueba por lo que puede ser necesario el uso de dispositivos de registro durante las 24 horas del día o incluso más tiempo, mientras el paciente realiza sus actividades diarias normales.

Prevenir la fibrilación auricular  

Llevar una vida sana puede mejorar su salud y protegerle de las enfermedades del corazón y de la fibrilación auricular. Implica:

  • dieta sana y equilibrada, realizar ejercicio (por ejemplo caminar 20 minutos al día)
  • controlar el peso
  • evitar el alcohol y el tabaco
  • mantener controlados la presión arterial y el colesterol.
  • las revisiones periódicas ayudan a comprobar que todo está en orden.