En los últimos años la cirugía plástica, que en esencia debería ser una disciplina profundamente ética, técnica y responsable, ha sido reducida en muchos espacios digitales, especialmente en las redes sociales, a un mero retoque exprés o, peor aún, a una moda efímera.

La Dra. Carmen Iglesias, jefa del Servicio de Cirugía Plástica y Medicina Estética del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, reivindica la trascendencia de su especialidad y rechaza su banalización. Lo hace en el número de octubre del periódico DSalamanca.

Alerta la prestigiosa especialista de que “TikTok, Instagram y otras plataformas han convertido el rostro humano en un lienzo de tendencia. Lo preocupante no es solo la velocidad con la que cambian estos estándares, sino el mensaje que envían: que el cuerpo debe adaptarse a la moda, y no al revés”.

Y reclama situar su disciplina en el lugar que le corresponde: “La cirugía plástica no es un filtro. Es una intervención médica con riesgos, implicaciones físicas y consecuencias psicológicas. Y sin embargo, muchas personas jóvenes están acudiendo a consulta con capturas de pantalla, buscando copiar el rostro de una influencer de turno”.

En su opinión, “operar sin conciencia, sin un motivo real, sin madurez emocional, es contribuir al problema. La cirugía nunca debe ser un atajo para sanar inseguridades profundas que necesitan abordarse desde otra perspectiva”.

El rol del profesional médico incluye también decir no. “Como cirujanos plásticos, tenemos una responsabilidad que va mucho más allá del bisturí. En una era de likes y algoritmos, ser firmes, éticos y empáticos es más importante que nunca. Decir “no” a una cirugía innecesaria, frenar una tendencia peligrosa o explicar con claridad los límites de lo posible también forma parte del acto médico”, manifiesta.

Y concluye: “No operamos selfies, operamos seres humanos. Detrás de cada rostro hay una historia, una estructura, una expectativa, y también una vulnerabilidad. La cirugía plástica no puede seguir banalizándose. Como médicos, estamos llamados a recuperar su verdadero valor: el de transformar vidas con ética, respeto y experiencia”.

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