Cuando hablamos del Glioblastoma Multiforme (GBM) lo hacemos del tumor maligno por excelencia en Neurocirugía, por su gran frecuencia y porque aún no se ha conseguido obtener una gran supervivencia en quienes lo padecen, a pesar de los tratamientos. Así lo afirma el Dr. Rafael García de Sola, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario.

“Es una tumoración maligna, con origen en las células que sostienen la actividad y la función de las neuronas. Se genera, por tanto, en el propio tejido cerebral y va invadiendo y destruyendo el tejido que le rodea. La expectativa de vida, si no se interviene quirúrgicamente, es de pocos meses. Si, por el contrario, se opera, tras una intervención radical, seguida por un tratamiento complementario de radio y quimioterapia, se están consiguiendo expectativas de vida más prolongadas”, resume el especialista.

Sintomatología

EL GBM da la cara por dos tipos de síntomas:

1.- Cuando alcanza una región con función, aparece pérdida de fuerza, de visión, alteraciones cognitivas, problemas en el habla, etc.

2.- Por exceso de función, mediante crisis epilépticas. Las neuronas normales se ven irritadas por las células tumorales y responden con crisis más o menos focales. Suele ser un síntoma precoz.

Por lo general, el GBM aparece en la edad media de una persona, hacia los 50 años, cuando está plena de actividad familiar, social y profesional.

¿Qué hacer?

Según el Dr. García de Sola, en primer lugar, un diagnóstico correcto. Y luego, encarar el problema: “Hay que tener en cuenta que una biopsia o no hacer nada da una expectativa de vida menor de 6 meses. Si se procede a la extirpación macroscópicamente completa, o radical, completada con tratamiento mediante radioterapia y quimioterapia, se consiguen expectativas de vida entre un año y medio y dos”. Y concluye: “Por consiguiente, es aconsejable la intervención quirúrgica, con idea de realizar dicha extirpación radical”.