La hidrocefalia arreabsortiva del adulto, también llamada hidrocefalia crónica o de presión normal, es una patología neurológica que surge por alteraciones en la dinámica del líquido cefalorraquídeo (LCR).
Este líquido transparente se produce en los plexos coroideos de los ventrículos cerebrales, circula por el sistema ventricular —incluido el acueducto de Silvio y el cuarto ventrículo— y rodea al sistema nervioso central en el espacio subaracnoideo. Finalmente, se reabsorbe a través de los corpúsculos de Pacchioni hacia los senos venosos. Este ciclo regula la presión intracraneal, protege el tejido nervioso y participa en funciones de limpieza y comunicación bioquímica.
Como apunta el Dr. Rafael García de Sola, jefe de Neurocirugía del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, “la hidrocefalia se define como el aumento patológico del tamaño ventricular. Puede ser obstructiva (no comunicante), por bloqueo en la circulación, o arreabsortiva (comunicante), cuando existe fallo en la reabsorción. También se clasifica según la presión intracraneal (alta, normal o baja) y según el momento de aparición (congénita o adquirida)”.
Causas y síntomas
Sus causas más habituales son secuelas de meningitis, hemorragias o procesos degenerativos ligados a la edad. Clínicamente se manifiesta con la tríada clásica: alteraciones de la marcha (inestabilidad y pasos cortos), deterioro cognitivo progresivo e incontinencia urinaria.
Comenta el prestigioso neurocirujano que el diagnóstico combina resonancia magnética avanzada, que permite visualizar la dilatación ventricular y signos indirectos de disfunción, con pruebas de infusión lumbar para valorar la capacidad de reabsorción del LCR: “El tratamiento más efectivo es la colocación de una válvula de derivación ventrículo-peritoneal programable, que regula el drenaje de LCR y mantiene la presión intracraneal en valores adecuados. Aunque los ventrículos no se reducen completamente, la mejoría clínica es significativa, sobre todo en la marcha y el control de esfínteres. El pronóstico es generalmente favorable, aunque en pacientes de edad avanzada puede coexistir con atrofia cerebral, limitando la recuperación cognitiva plena”.
