El próximo lunes día 19 se celebra el Día Contra el Cáncer de Mama. El objetivo de este año es informar a las mujeres mayores de 40 años sobre aspectos relacionados con este tumor, que padecerá una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida. Aproximadamente el 20% de las mujeres con cáncer de mama desarrollan linfedema, independientemente de que su tratamiento incluya o no la extirpación de los glanglios linfáticos. El linfedema es un edema o hinchazón causado por una disminución en el número,  función u obstrucción de los vasos linfáticos. Esto hace que aumente el volumen del brazo y aparezcan molestias que se pueden convertir en secuelas graves si no se toman las medidas oportunas. Se desconoce su causa, pero sabemos que “hay una factor genético y que la obesidad favorece su aparición. Es más frecuente en las pacientes con cáncer de mama que reciben radioterapia, aunque tampoco sabemos a qué se debe esta asociación”, explica la Dra. Carmen Iglesias, del Servicio de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del Hospital Nuestra Señora del Rosario, de Madrid.

Los signos de alarma del linfedema son:

1-Sensación de pesadez de un miembro, normalmente el brazo

2-Hinchazón

3-Cambios en la elasticidad de la piel

4-Sensación de quemazón o picazón

Normalmente, se trata de una patología crónica, progresiva e invalidante que se caracteriza principalmente por el aumento de volumen y que puede ser causa de  graves secuelas funcionales. “El edema comienza siendo blando, y se recupera con el reposo y cuando se mantiene en alto el brazo. Progresivamente, ese edema no cede del todo y se convierte en un edema duro que origina una sensación de pesadez y en ocasiones de dolor. La piel pierde elasticidad y su brillo natural”, apunta la Dra. Carmen Iglesias.

Ante estos síntomas, se debe acudir a un especialista para que valore la situación. Tal y como describe la cirujana plástica “la paciente siempre debe ser valorada por el Servicio de Rehabilitación donde comienza el  tratamiento conservador mediante presoterapia y drenajes linfáticos. De forma conjunta, se trabaja con los especialistas en cirugía plástica, que son los que llevan a cabo las intervenciones quirúrgicas encaminadas a mejorar los síntomas. Cuanto más precoz es la consulta, mejores son los resultados”. Por este motivo, continua diciendo la Dra. Carmen Iglesias, “la prevención de la aparición del linfedema se debe realizar en todas los pacientes que han sido sometidas a una intervención de su tumor de mama con extirpación de ganglios linfáticos”.

Microcirugía

El tratamiento quirúrgico consiste reestructurar la función del sistema linfático, donde las técnicas de microcirugía son un gran aliado. Para resolver el linfedema en las primeras fases se puede hacer una anastomosis linfovenosa, que consiste en unir, mediante supra-microcirugía, un vaso linfático superficial a una vena superficial. Es una intervención poco dolorosa que se hace de forma ambulatoria o con ingreso de un día. Tras dos semanas de reposo relativo, a la tercera semana la paciente puede ir incorporándose a su vida cotidiana poco a poco.

Otra de las técnicas que se utilizan para resolver el linfedema es la transferencia microquirúrgica de colgajos de ganglios linfáticos. “Con esta técnica se forman o generan nuevos conductos linfáticos como vía alternativa de drenaje linfático para el miembro afectado. Consiste en el trasplante de ganglios linfáticos de otra localización, como el mentón, la clavícula o la ingle, a la zona afectada”, detalla la Dra. Carmen Iglesias, quien añade que esta técnica está indicada para los casos más crónicos de la enfermedad. Al contrario de la anterior, el postoperatorio es más lento y requiere entre cuatro o cinco días de ingreso, más dos  semanas de reposo. La actividad cotidiana se empieza a recuperar a partir de la cuarta semana.

En conclusión, el linfedema es una enfermedad crónica e invalidante de imposible curación, pero que gracias al tratamiento conservador y  quirúrgico puede mejorar considerablemente la calidad de vida de la paciente, ayudándole a llevar a cabo las actividades normales de su vida con menos dolor y molestias y con una mejoría significativa del aumento de volumen de su brazo.

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