El virus de Epstein-Barr (EBV), un herpes virus que tiene una alta prevalencia en la población mundial (90-95%), es el principal causante de la mononucleosis infecciosa, también conocida como “la enfermedad del beso”.

Según el Dr. Felipe Franco Burbano, coordinador de Urgencias del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, se le conoce con el apelativo de “maestro del engaño” porque tiene una «gran capacidad para evadir o para engañar el sistema inmunológico», así como para permanecer «dormido» o latente en nuestro organismo durante toda la vida sin ser eliminado.

El EBV se transmite a través de los fluidos corporales, principalmente de la saliva, y produce síntomas que son inespecíficos, que pueden estar causados por otros virus, además de engañar al sistema inmunitario para permanecer toda la vida en las personas infectadas de forma latente.

Ausencia de síntomas graves

En la mayoría de las ocasiones, el EBV no causa síntomas graves. Además, algunos individuos desarrollan complicaciones, mientras que otros, no. Explica el Dr. Franco Burbano que todo dependerá de la fortaleza del sistema inmunitario de cada uno: «Factores como la genética familiar, la presencia o no de otras enfermedades pueden influir en la gravedad de la infección». Y añade el urgenciólogo que “en individuos con inmunodeficiencias (por ejemplo, pacientes trasplantados, con VIH o en tratamientos inmunosupresores-uso de corticoides crónicos), el EBV puede desencadenar enfermedades graves como linfomas o infecciones
sistémicas».

Por último, el Dr. Franco señala que el EBV es un «virus persistente» que, tras la infección inicial, “se esconde en los linfocitos B y entra en un estado de latencia, con una actividad mínima, lo que le permite permanecer en el cuerpo sin desencadenar una respuesta inmune agresiva». Entre las estrategias que emplea para mantenerse oculto está la manipulación de los linfocitos B, cuya función altera, replicándose cuando las condiciones le son favorables, y también produciendo proteínas inmunomoduladoras, de manera que algunas proteínas del EBV interfieren con la activación de células T, que son clave para eliminar las células infectadas.

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