La voluntaria Dolores Cabañas acompaña a enfermos y familiares en el Hospital Nuestra Señora del Rosario

Con motivo del Día Mundial del Enfermo, que se celebra este martes, 11 de febrero, bajo el lema “Acompañar en la soledad”, se ha querido poner la mirada en los millones de personas que viven solas y en cómo aliviar los sufrimientos que produce esta situación en la sociedad actual. En este sentido, como ha subrayado el Papa Francisco, “solo podremos aplacar la soledad  en una relación que implique el don de uno mismo y la acogida del otro como un don”.

En el Hospital Nuestra Señora del Rosario tenemos un equipo de enfermería atento y sensible a estas situaciones que, por desgracia, son cada vez más frecuentes. En su trabajo diario cuentan con la colaboración de un grupo de voluntariado que, de manera altruista y desinteresada, aporta este acompañamiento tan terapéutico en muchas ocasiones.

 

Dolores Cabañas, catedrática de universidad y voluntaria

Es el caso de Dolores Cabañas, prestigiosa catedrática  de Historia Medieval de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), quien, una vez a la semana, deja a un lado sus ocupaciones académicas y se traslada a nuestro centro para acercarse a estos pacientes y familias que se sienten abrumados por la situación, prestándoles toda su atención e interés.

Es consciente de que muchas personas que son hospitalizadas requieren ser escuchadas, acogidas durante su estancia en el hospital. “Las atiendo, converso con ellas y les doy ánimos. Es muy importante que sepan que alguien se preocupa por ellas, por su salud, pero también por su condición de ser humano”, comenta Loli, como la conocen los pacientes y sus familiares, a los que también brinda atención. “También las familias, y no solo los enfermos, necesitan este apoyo anímico”, explica.

Deterioro de las relaciones humanas

Dolores Cabañas, que pone buena voluntad, empatía y sentido común en su trato con los demás, pero que también sigue las pautas que ha recibido en distintos cursos de formación, es muy consciente de que en la actualidad la gente está muy sola: “La sociedad no favorece las relaciones. Se ha perdido la vida en comunidad, en los barrios, el contacto callejero. Y a mejorarlo no han contribuido las urbanizaciones que se extienden en las ciudades o las nuevas tecnologías”. A su juicio, “la soledad es la plaga del mundo actual”. Y no le falta razón, si atendemos a los datos que constatan que una de cada tres personas está sola en Occidente o que en nuestro país dos millones de personas de más de 65 años viven solas, así como 850.00 mayores de 80 años, muchas de ellas con problemas de movilidad.

Ella recuerda que se involucró en estas tareas de acompañamiento tras la muerte de sus padres. “Había personas que acudían a estar con ellos. Tras su fallecimiento, pensé que yo también mostrar mi agradecimiento haciendo lo mismo, ayudando y contribuyendo a aliviar la soledad de otros. He de confesar que es una tarea muy gratificante, enorme, de la que me siento muy satisfecha y que me aporta humanamente mucho”.

Porque es cierto que quien hace esta experiencia, quien acompaña así a quienes se sienten solos, descubre enseguida que es a su vez acompañado, enriquecido en humanidad.