Llega la hora de los exámenes, los nervios están a flor de piel y nadie se escapa de ellos: universitarios, preuniversitarios y estudiantes de secundaria. Horas y horas delante de los apuntes, de los libros, de los resúmenes…nuestros jóvenes viven un momento de gran esfuerzo donde no deben perder la cabeza y estudiar siguiendo unas pautas para aprovechar mejor el tiempo y los recursos memorísticos. Sus mayores enemigos: el estrés, la ansiedad y la falta de descanso. El Dr. Ventura Anciones, jefe del Servicio de Neurología de INEAMAD del Hospital Nuestra Señora del Rosario, en Madrid, apunta que para aprender es preciso memorizar, proceso para el que hay que estar atento y concentrado. “La atención depende, de manera consciente o inconsciente, del interés. Pero también intervienen la información recibida, de ahí la importancia de la docencia, la capacidad de ordenación, el equilibrio emocional y, sobre todo, la motivación”.
El acto de aprender implica recepción y registro de una información, comprensión de esa realidad, almacenamiento, evocación, motivación y emoción. Muchos de estos elementos son los pilares de la memoria, lo que implica que es un factor fundamental para el aprendizaje.
El aprendizaje tiene un sustrato neurológico complejo, ya que intervienen las redes emocionales y de memoria de las neuronas; sin olvidar que el cerebro en su totalidad se pone al servicio intelectual. Está sometido a estímulos individuales que no son cuantificables. El más importante es el interés y le sigue la emoción que suscita el temario a estudiar, sin olvidar la valoración que hace el estudiante cuando asume ese reto. “Es el individuo el que estudia, el que mide su meta con una necesidad específica, el que tiene otras experiencias o empieza a adquirirlas y el que ha vivido de una u otra forma la enseñanza. Es el que tiene la madurez, la serenidad y la motivación de enfrentarse al reto de aprender”, apunta el neurólogo.
Por eso, el Dr. Anciones cree que es bueno contestar a estas cinco preguntas.
¿Se aprende más cuando se interactúa con otras personas? Sí, porque el aprendizaje es un estímulo, un interés y una suma…
¿Se aprende mejor cuando están estructuradas las materias? Sí, porque la relación entre contenidos permite integrar experiencias nuevas sobre otras previas que ya están establecidas. Se aprende no por sumación, sino por relación y por comprensión de los conceptos adquiridos que nos permiten conseguir otros nuevos. Aprender es hacer una malla cada vez más extensa en la capacidad de expansión cerebral.
¿Cómo influye el sueño? El alumno descansado asimila mejor. El sueño está organizado de forma oscilante según los denominados ritmos circadianos esenciales para mantener el ritmo físico y mental. Por eso, la supresión del sueño altera la atención, la concentración y la memoria.
El café, ¿es bueno o malo? Tiene elementos favorables, puesto que mejora la atención y la concentración, pero también aumenta la ansiedad y altera el sueño.
¿Se estudia mejor de noche? Es algo muy personal. De noche hay menos estímulos externos que llevan a la distracción y, en este sentido, favorece la concentración, pero hay que tener cuidado para no afectar al descanso o, de lo contrario, se verá afectado el rendimiento.