El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia y la patología neurodegenerativa con mayor incidencia entre la población mundial. Según la Fundación Alzheimer España, cada año se diagnostican en nuestro país 100.000 nuevos casos, y el pronóstico es que las cifras se tripliquen para 2050.

 

Afortunadamente, la continua investigación hace que cada vez se conozca mejor la enfermedad, los factores que pueden prevenir su aparición y las terapias con mejores perspectivas.

Aunque la mayoría de los afectados comienza con síntomas pasados los 65 años, los últimos estudios reflejan que en España hay un 10% de afectados menores de esa edad que podrían padecer síntomas antes de los 40 años. La Dra. Carmen Terrón, neuróloga del Instituto de Neurociencias Avanzadas del Hospital Nuestra Señora del Rosario en Madrid (INEAMAD), explica que aunque es difícil reconocer el número real de casos “sí sabemos que en los pacientes de menor edad se produce un retraso en el diagnóstico, pues con frecuencia los problemas no tienen que ver con la memoria, sino con otras áreas cognitivas, como el lenguaje o las capacidades visuo-espaciales”.

En ocasiones, el problema para la población radica en distinguir los síntomas del Alzheimer de otras señales típicas de la edad. “El envejecimiento conlleva cambios en la memoria, atención, velocidad de procesamiento o pequeños olvidos cotidianos sin repercusión. En cambio, cuando se inicia un deterioro cognitivo, los problemas de memoria son reiterados, hay una incapacidad para registrar una información nueva, lo que lleva a repetir preguntas o a negar algo que ha sucedido. Y aparecen otros problemas, como dificultad para hablar u orientarse espacialmente”, explica la Dra. Terrón.

Para valorar si los problemas cognitivos o de memoria son patológicos, es “clave” su repercusión en las actividades diarias: si la incapacidad para recordar una información reciente impide realizar una tarea habitual, como hacer una comida o tomar correctamente una medicación, es hora de consultar con un especialista.

Hay que saber que en el Alzheimer “no solo se produce una pérdida de neuronas, sino que hay una importante disfunción de los circuitos cerebrales, de las conexiones entre unas neuronas y otras, por eso no solo se dan alteraciones de memoria, atención o lenguaje, también cambios en el comportamiento o la conducta: tener menos ganas de hacer las tareas que se realizaban antes, llamar menos a la familia o los amigos, problemas de ánimo o irritabilidad”, indica la neuróloga de INEAMAD.

Sobre la prevención, la Dra. Terrón apunta que según los últimos estudios, “podríamos ser capaces de prevenir uno de cada tres casos de Alzheimer introduciendo cambios en el estilo de vida”. Esto se traduce en decir adiós al tabaco, evitar la obesidad, la hipertensión, la hipercolesterolemia y el sedentarismo, y seguir unos hábitos de vida saludables.

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