La cifra de personas que convive con la epilepsia no es nada despreciable. Según la Organización Mundial de la Salud, unos 50 millones de personas la padecen.
En nuestro país, afecta a cerca de 400.000 personas y anualmente se diagnostican más de 20.000 casos nuevos. Esta enfermedad neurológica crónica puede afectar a cualquier persona en cualquier momento de su vida. En un alto porcentaje de los casos se manifiesta en la infancia y la adolescencia y, después, a partir de los 65 años.
Sin embargo, y como aclara la Dra. Cristina Alarcón del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (INEAMAD) del Hospital Nuestra Señora del Rosario, “aunque hoy en día disponemos de pruebas eficaces de diagnóstico, sabemos que una parte de los pacientes puede tardar años en recibir un dictamen certero de la enfermedad. Afortunadamente, este grupo de pacientes cada vez es menor”.
Los motivos, como aclara esta especialista, son que “las crisis o convulsiones asociadas a la enfermedad se producen en otro tipo de crisis: febriles, metabólicas, secundarias a enfermedades infecciosas o a traumatismos, por supresión de drogas, por accidentes cerebro-vasculares o procesos que simulan crisis epilépticas. El diagnóstico de epilepsia es a menudo difícil y con mucha frecuencia se confunde con trastornos del sueño o con enfermedades psiquiátricas”.