La madrugada del próximo sábado 24 al domingo 25 de marzo se produce el cambio de hora que hará que los días sean más largos, al adelantarse los relojes una hora (a las 2:00 serán las 3:00).

 

Este cambio horario “es más sintomático porque perdemos una hora y eso resulta más difícil que el que se da cuando retrasamos los relojes una hora”, explica el Dr. Francisco Valenzuela, neurólogo especialista en Trastornos del Sueño del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid del Hospital Nuestra Señora del Rosario.

La sintomatología puede variar de unas personas a otras y entre los efectos que produce pueden darse:

  • Fatiga
  • Disminución diurna de la alerta con quejas somáticas, como malestar general y gastrointestinal o micción frecuente
  • Irritabilidad
  • Dificultad de la concentración y disminución de la atención
  • Ansiedad que puede desencadenar en una alteración en la funcionalidad diurna
  • Dificultad para conciliar el sueño
  • Excesiva somnolencia diurna

Para reducir al mínimo los síntomas, el Dr. Valenzuela aconseja: “Mantener una buena higiene del sueño, evitando las siestas aunque sean de corta duración y minimizando o evitando la ingesta de cafeína o alcohol y la práctica de ejercicio durante las horas previas al inicio del sueño. De hecho, lo aconsejable sería practicar técnicas de relajación antes de meternos en la cama”.

Además, esta adaptación al cambio de hora debe ser natural, por lo que el neurólogo de INEAMAD desaconseja la toma de inductores del sueño.

Por supuesto, la luz es un factor determinante en este proceso. El incremento de horas de luz provoca que los horarios de levantarse y acostarse varíen, lo que altera la estabilidad de nuestro organismo. Por ello la llamada “terapia lumínica” puede ayudar a contrarrestar los efectos de este cambio de horario. ¿Cómo se practica? Basta con exponerse a la luz durante las horas de día y tratar de evitar la iluminación brillante cuando haya oscuridad en la calle. “De este modo, podremos ayudar a adelantar o a retrasar el ciclo del sueño”, señala el experto.

Aunque como hemos visto cada persona se verá afectada de un modo u otro y habrá quienes no noten síntoma alguno, serán los mayores de 50 años y las personas afectadas por alguna demencia los menos tolerantes al cambio. “El motivo en estos casos es que la producción de melatonina –sustancia natural del cuerpo que determina el ciclo sueño-vigilia- disminuye con la edad y con algunas patologías”, explica el Dr. Valenzuela.

También los niños son más sensibles a este cambio horario, aunque en este caso se debe a que su sistema de ciclo sueño-vigilia está más inmaduro. “Lo que en adolescentes y personas de hasta 50 años sanas puede ser un periodo de adaptación de 2 a 3 días, en personas con demencia, niños y mayores puede durar entre 7 y 10 días” aclara el neurólogo de INEAMAD.