Este pasado domingo 26 de marzo se realizó el cambio horario de verano, esto quiere decir que los relojes se adelantaron una hora y, por tanto, dormimos una hora menos. “Este cambio que a los adolescentes y adultos menores de 50 años no les costará asumir afectará en especial a las personas con demencias, también a niños y a personas mayores”, explica el Dr. Francisco Valenzuela, neurólogo especialista en Trastornos del Sueño del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (INEAMAD) del Hospital Nuestra Señora del Rosario.

Las personas con demencia suelen ser también personas mayores, factores clave que hacen que disminuya la producción de melatonina, la sustancia natural del cuerpo que determina el ciclo sueño-vigilia. Según el Dr. Valenzuela “la mitad de los pacientes con demencia tienen una disrupción severa en su ciclo vigilia-sueño”.

La luz es un factor determinante. Hay más horas de luz lo que provoca que los horarios de levantarse y acostarse varíen lo que desestabiliza, sobre todo, a las personas con demencia que tienen unos horarios controlados y a los que les es más difícil comprender porque se lleva a cabo este cambio horario. “Lo que en adolescentes y personas hasta 50 años sanas puede ser un periodo de adaptación de 2-3 días, en personas con demencia, niños y mayores, puede durar entre 7-10 días” aclara el neurólogo de INEAMAD.

reloj

Los síntomas que se pueden experimentar a consecuencia del cambio horario son:

  • dificultad para conciliar el sueño
  • somnolencia excesiva diurna
  • fatiga
  • disminución diurna de la alerta con quejas somáticas, como malestar general y gastrointestinal o micción frecuente
  • dificultad de concentración
  • disminución de la atención
  • irritabilidad
  • ansiedad que puede desencadenar en una alteración en la funcionalidad diurna

A esto hay que añadirle desorientación cuando hablamos de pacientes con demencia.

Para minimizar los efectos del cambio y adaptarse lo más rápido posible al horario de verano, el Dr. Valenzuela ofrece los siguientes consejos:

  1. Terapia lumínica: exponerse a la luz durante las horas del día y tratar de evitar la iluminación brillante cuando haya oscuridad en la calle, lo que puede ayudar a adelantar o a retrasar el ciclo del sueño.
  2. Disminuir o eliminar el uso de cafeína o alcohol.
  3. Evitar la práctica de ejercicio extenuante durante las horas previas al inicio del sueño con el fin de evitar una descarga adrenérgica.
  4. No tomar inductores del sueño para hacer de manera natural la adaptación al cambio de hora.
  5. No echar siestas aunque sean de corta duración.
  6. Realizar técnicas de relajación antes de irse a la cama