Normalmente, en los pacientes que sufren un ictus isquémico, éste se va a presentar como un cuadro súbito consistente en una dificultad de la capacidad para hablar o para movilizar una mitad del cuerpo. Otros síntomas comunes son la pérdida de visión o de sensibilidad también afectando a un lado del cuerpo, así como la aparición de visión doble junto con un desequilibrio brusco.

Raramente, si la lesión vascular cerebral afecta a unas zonas muy concretas del cerebro, los pacientes pueden experimentar otra serie de alteraciones que pueden hacer confundir el diagnóstico. Es el caso de la pérdida brusca del gusto cuando se afecta una estructura conocida como la ínsula. También lesiones cerebrales que comprometen esta estructura pueden generar “amusia”, que es la incapacidad para entender y reproducir la música, tras haber adquirido previamente estas habilidades. La sordera brusca se dará si se interrumpe en algún punto la vía auditiva cerebral.

En ocasiones, a diferencia de problemas deficitarios motores, el ictus va a ocasionar un exceso de movimiento incontrolado. Este puede manifestarse, tanto como un movimiento suave y serpenteante de un lado del cuerpo denominándose “corea” o “atetosis”, o como sacudidas violentas si el trastorno del movimiento que desencadena el ictus es un “hemibalismo”.

cerebro

Aparte de estas manifestaciones inusuales que afectan a los órganos de los sentidos o a las estructuras de la coordinación de los movimientos, hay ictus que cursan exclusivamente como cuadros afectivos o cognitivos. Si por ejemplo, la estructura dañada es la rodilla de la cápsula interna, un área cerebral que supone una encrucijada de vías nerviosas, el paciente puede desarrollar un mutismo acinético, de tal modo, que a pesar de mantenerse despierto, no interactúa con su entorno. Algunas variedades de ictus que ocurren en el tronco cerebral pueden desencadenar una risa o un llanto incontrolados, o la aparición de una somnolencia excesiva.

Hay otras muchas manifestaciones atípicas de los ictus como la incapacidad para reconocer rostros que se conoce como “prosopagnosia” o el perder exclusivamente un idioma en las personas políglotas.