1882.

Una mujer: Madre Dolores Marín.

Una Congregación: Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.

1882.

Una mujer: Madre Dolores Marín.

Una Congregación: Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana.

Un Carisma: Servir a los enfermos incluso con el riesgo de la propia vida “nos obligamos, sin distinción de tiempos ni enfermedades a dar nuestra vida por la salud corporal de nuestros hermanos”.

La Congregación apenas lleva 30 años de expansión  fuera de las paredes del Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza y no son más de trescientas Hermanas.

Una fe: Cristo en el rostro de los hermanos.

Como en su tiempo salió Abraham de Ur de Caldea para ir a la tierra que el Señor le mostraría; Como salieron Mª Rafols, Juan Bonal y las primeras Hermanas de Cataluña hacia Zaragoza; ahora salen ellas de su tierra, desde Zaragoza hacia Madrid.

Otra mujer, Madre Candelaria Marmuyed, con otro grupo de Hermanas continúan la aventura de seguir sirviendo al enfermo viendo en él a Cristo.

Comienzan en una consulta gratuita en la calle San Francisco, pasan a la calle San Mateo, posteriormente a la calle Pacífico, de allí a la Calle Castelló 14 hasta que con mucha fe y mucho sacrificio el 22 de Marzo de 1889 se inaugura la Casa de convalecientes y enfermos pobres de Nuestra Señora del Rosario en la Corte de Madrid. Cinco años después llamarán también a las Hermanas para ir al Hospital de San José de Getafe.

En 1892 la Comunidad la forman 15 Hermanas y 4 novicias. Están en proceso de reconocimiento como Congregación de derecho pontificio. Y ya empiezan a salir en grupos de 25 hacia las leproserías de Venezuela.

El Sagrado Corazón es el piloto de la Congregación, que sostiene en la entrega, que alimenta en la esperanza, que alienta en las dificultades.

Atienden a unos y a otros Cuidan de todos con el mayor amor y con todo detalle.

Los Fundadores apenas nos dejaron escritos. Nos dejaron vida entregada, veredas recorridas. Son otros los que hablan de ellos. Las Hermanas viven que no nos han de conocer por el ruido, sino que”estamos siempre dispuestas a sacrificar gustosas nuestras vidas en la cabecera del enfermo sin distinción de dolencias”.

Y desde ahí se van viviendo los avatares que van surgiendo, el incendio de la capilla, la atención a domicilio de pacientes sin familia, el cuidado de familias afectadas de cólera morbo en Alcalá de Henares, la incautación del Sanatorio cuando llega la guerra civil, la atención a heridos, las obras de restauración o la explosión de una bomba.

Apenas unas páginas recogen los hechos y callan los sufrimientos.

El Hospital crece, la Comunidad aumenta. Se busca siempre la mejor atención y comodidad de los enfermos. Con los años se va incorporando personal que codo con codo con las Hermanas aprende y comparte el estilo de atención y cuidado.

Celebramos 125 años. Repetimos con Madre Magdalena Hecho, (Superiora General en 1868): (su) proceder no ha excedido los límites de sus sagrados deberes para con el pobre y el  desvalido.

Hemos hecho lo que teníamos que hacer. Y damos Gracias a Dios por tanto don derramado, por tanta entrega callada, por tantas Hermanas que entregaron día a día su vida entre las paredes de esta casa, por tantas personas que nos han ayudado. Gracias a todos los que estuvieron. Gracias a los que siempre tuvieron mirada generosa  para ver y admirar lo bueno. Gracias a los que nos ayudaron a crecer. Gracias a los que fueron ocasión para depurar motivaciones o reorientar caminos. Gracias a Dios por tantas Hermanas que pasaron por esta casa, por tantos trabajadores que de una u otra manera tanto nos enseñaron. Gracias también por tanta comprensión y perdón hacia nosotras cuando nos equivocamos, cuando no supimos ser cauce de ese servicio que teníamos que ofrecer.

Gracias por cada uno de los que hoy trabajan en esta casa.

Gracias por lo que entre todos estamos consiguiendo que sea cada día,

Gracias,  por que entre todos hacemos posible la Hospitalidad que cuida con todo detalle  y con todo amor.

Hna. Mª José Herrería