Hace treinta años, san Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el 11 de febrero, para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan. Festividad de Nuestra Señora de Lourdes, este día se inicia la campaña que concluye el 22 de mayo, cuando la Iglesia en España conmemora la Pascua del Enfermo. El lema de este 2022 es “Acompañar en el sufrimiento”.

En el Hospital Nuestra Señora del Rosario hacemos nuestras las palabras del papa Francisco quien, en su mensaje para esta efeméride, recuerda que a pesar de los avances “todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusión, la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado”.

Según el Pontífice, esta Jornada debe ser una ocasión propicia para centrar nuestra atención en los centros de asistencia sanitaria: “La misericordia hacia los enfermos ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables ‘posadas del buen samaritano’, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías. En estas situaciones son sobre todo los niños, los ancianos y las personas más frágiles quienes sufren las peores consecuencias”.

La importancia de las instituciones sanitarias católicas

En este contexto, el papa Francisco ha reafirmado la importancia de las instituciones sanitarias católicas. Según ha expresado, “son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas. ¡Cuántos fundadores de familias religiosas han sabido escuchar el grito de hermanos y hermanas que no disponían de acceso a los tratamientos sanitarios o que no estaban bien atendidos y se han entregado a su servicio!”.

Además, ha recalcado que “aún hoy en día, incluso en los países más desarrollados, su presencia es una bendición, porque siempre pueden ofrecer, además del cuidado del cuerpo con toda la pericia necesaria, también aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central”. A esta humanización de la salud está consagrado todo el personal del Hospital Nuestra Señora del Rosario, institución que ha cumplido 133 años de entera dedicación a los enfermos, convertida, como asegura el papa Francisco, en “casa de misericordia”.

 

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