Los cambios de estación, particularmente de invierno a primavera, pueden afectar al organismo de diversas maneras, tanto en el estado de ánimo como en el bienestar mental, de forma especial en quienes padecen trastornos afectivos estacionales.
Según comenta la Dra. Débora Nuevo Ejeda, especialista en Medicina Interna del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, en una entrevista en el portal de salud de OK Diario, “los cambios de temperatura, de exposición a luz solar e, incluso, de presión atmosférica, pueden desencadenar lo que comúnmente conocemos como astenia primaveral. Aunque no es considerada como una enfermedad propiamente dicha, entre sus síntomas encontramos alteraciones del estado general con sensación de debilidad, problemas de sueño, dificultad para la concentración, cefaleas y mareos e, incluso, dolor articular y muscular”. Sin olvidar, por supuesto, la alergia estacional: “La floración primaveral promueve la volatilización de pólenes de diferentes especies vegetales que provocan rinorrea, picor ocular, estornudos, o desencadenar crisis asmáticas en personas susceptibles”.
Aunque reconoce que no existen enfermedades propiamente debidas a la primavera, refiere que algunas alergias se producen en esta estación por ser tiempo de floración, como ocurre con las gramíneas, el olivo, las arizónicas y el plátano de sombra.
¿Cómo prevenir los efectos de estas alergias? La Dra. Nuevo Ejeda recomienda evitar los paseos prolongados por campos o parques, usar mascarillas y gafas de sol porque ayudan a filtrar partículas e impiden el contacto con la mucosa ocular, además de lavarse con frecuencia los ojos con solución salina para ayudar a retirar restos de polen.
Por último, con respecto a los riesgos para la salud relacionados con el exceso de calor, la experta enumera los siguientes: deshidratación, alteración de iones, mareos, hipotensión, cansancio o confusión.