La cirujana plástica Carmen Iglesias señala diferentes tratamientos para cicatrizar las lesiones cutáneas
Las quemaduras -lesiones cutáneas y de los tejidos adyacentes causadas por el calor, los productos químicos, la electricidad o la erosión- precisan, en ocasiones, del uso de la cirugía, tanto para su propia reparación como para corregir las cicatrices derivadas de las mismas, según explica la Dra. Carmen Iglesias, del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Como es sabido, las quemaduras se clasifican en grados según la gravedad de su agresión en la piel. Las de primer grado son lesiones de la epidermis (su caso más típico es el producido por la exposición al sol). Las de segundo grado lesionan la epidermis y la dermis y se dividen en superficiales (afectan a la epidermis, quedando la dermis enrojecida expuesta) y profundas (no se pueden epitelizar o curar por sí solas y exigen la revisión por un cirujano). Y, por último, las de tercer grado, que afectan a todas las capas de la piel y exigen casi siempre la interdicción quirúrgica.
El proceso de cicatrización exige, en cualquier caso, de tiempo (una cicatriz no está madura hasta transcurrido un año tras la agresión). Para facilitarlo y minimizar sus efectos se recomiendan, como afirma la Dra. Iglesias, dos medidas terapéuticas –hidratación y presoterapia-, a las que se pueden sumar el láser pulsado y el ablativo fraccional.
Cirugía de las quemaduras
La Dra. Iglesias, que pertenece al Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Dr. Antonio de la Fuente, comenta que las quemaduras de segundo grado intermedio y las profundas y las de tercer grado precisan en general de intervención quirúrgica. “La indicación depende de la profundidad, la localización, la extensión y la morfología de las lesiones”, asegura la especialista, quien añade que “la cirugía consiste en la extirpación de la superficie cutánea quemada y su sustitución por piel sana (injerto/colgajo) o por sustitutos cutáneos”.
Los injertos cutáneos son segmentos de piel que se toman de una zona sana y cubren la superficie operada de la quemadura. Los colgajos, por su parte, son segmentos de tejido vascularizados por sí mismos, que se emplean cuando las quemaduras son muy profundas y dejan al descubierto tendones, vasos, hueso o articulaciones”, comenta la Dra. Iglesias. “Los sustitutos cutáneos, por último, ayudan a la cicatrización de la quemadura. Su principal ventaja radica en que no dejan cicatrices en otras zonas del cuerpo y que, al ser usados para quemaduras más superficiales, las secuelas cicatriciales son de mejor calidad estética”, continúa.
Cirugía en las cicatrices de quemaduras
En general, como aclara la Dra. Carmen Iglesias, la cirugía sobre las cicatrices no se plantea hasta transcurridos 12 o 18 meses después de la lesión, ya que su fase de remodelación no termina hasta pasado el primer año, salvo en los casos de las cicatrices retráctiles que afectan a la función, ya que la piel se ha reducido y acaba estirando.
“Las posibilidades quirúrgicas van desde pequeñas intervenciones para extirpar las cicatrices de manera secuencial a grandes cirugías en las que se eliminan las fibrosis y se procede a cubrir los defectos cutáneos con injertos o colgajos”, apunta la cirujana, quien concluye que “la necesidad de una u otra técnica se basa en la gravedad de la secuela, la afectación de los tejidos profundos y la retracción que produce”.