El Dr. Ramón Torres Imaz explica las razones de este fenómeno y cómo evitarlo

Estamos acostumbrados a que cuando pelamos y cortamos una cebolla, casi automáticamente comenzamos a llorar. Aunque sean lágrimas de cocodrilo, resulta una sensación molesta, incómoda. ¿Por qué ocurre este fenómeno? ¿A qué responde? ¿Se puede evitar?

A estas y a otras preguntas responde el Dr. Ramón Torres Imaz, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Nuestra Señora del Rosario, en un reportaje publicado en el suplemento ABC Bienestar, del diario ABC, y que lleva la firma de la periodista Melissa González.

Según explica el Dr. Torres Imaz, este popular bulbo, formado en casi un 93% por agua, almacena en su interior diversas sustancias químicas, como los componentes azufrados, que producen lo que se llama factor lacrimógeno: “Este factor lacrimógeno se volatiliza en forma de gas y, al entrar en contacto con la superficie acuosa en nuestros ojos, se transforma en distintas sustancias químicas que estimulan los nervios sensitivos corneales».

A partir de ahí, “a través del nervio trigémino, llegan al cerebro y desencadenan un estímulo de producción de lágrima refleja en la glándula lagrimal, la responsable del lloro, así como la vasodilatación de los vasos sanguíneos, que son los responsables del ojo rojo asociado al lagrimeo”, abunda el especialista, quien también apunta algunos trucos para disminuir las molestias.

Si quieres leer el artículo completo, que incluye también la opinión de una dietista sobre una de las verduras más sanas y necesarias para el organismo, aquí tienes el enlace: https://www.abc.es/bienestar/alimentacion/abci-cebollas-hacen-llorar-y-como-evitarlo-202002250212_noticia.html