Sin embargo, como afirma el Dr. Gerardo Clemente Ricote, la mortalidad no supera el 2%
De los pacientes que por su situación clínica necesitaron ingreso hospitalario durante la pandemia actual de Covid-19, algo más del 25% precisaron traslado a UCI. En general, fueron personas de más edad, con más enfermedades asociadas y que analíticamente presentaban LDH (lactato deshidrogenasa) y transaminasas elevadas. “Cuando en un paciente se encuentra una alteración de la analítica hepática se debe considerar la lesión hepática como consecuencia de diversos mecanismos. En la Covid-19, la afectación hepática puede ser debida a un efecto directo del virus (citopático), a una reacción inmune incontrolada o a una respuesta secundaria a la situación del paciente o a la administración de medicación, más aún si necesita atención en UCI”, afirma el Dr. Gerardo Clemente Ricote, jefe de Servicio de Hepatología y Gastroenterología del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Según afirma este especialista, el hígado puede ser una clara diana para el SARS-CoV-2: “En pacientes portadores de enfermedad hepática crónica previa, la infección por Covid-19 puede producir descompensación de la enfermedad subyacente o un proceso agudo en el que puede estar implicado el coronavirus, que agrava la situación de la enfermedad hepática previa”. Así, hasta un 11% de los pacientes con Covid-19 tenían enfermedad hepática previa. En ellos, de haber precisado UCI, se produce descompensación hasta en un 53% de los casos.
Elevación de transaminasas
El Dr. Clemente Ricote destaca la elevación de transaminasas como signo de alteración hepática, al comprobarse que se presentó hasta en el 62% de los pacientes que precisaron UCI, frente al 25 % de los que no requirieron dicho ingreso. “Esta diferencia tan importante puede ser fruto de la medicación administrada, la situación clínica en la que se encuentren los pacientes o por los cambios que produce el virus, como puede ser la denominada tormenta de citoquinas (sustancias inflamatorias) que se producen en la Covid-19 grave”, detalla el hepatólogo.
Esteatosis hepática
Cuando se han analizado muestras histologías hepáticas (biopsias) se ha comprobado la existencia de esteatosis en diferentes grados junto con infiltrado inflamatorio leve. En pacientes ingresados en UCI, no es raro encontrar esteatosis hepática, determinada por su situación clínica y el tratamiento que precisan. Eso sí, hasta el momento no se han descrito alteraciones de valor clínico en los conductos biliares.
Por lo que respecta a la mortalidad por Covid-19, que ha sido del 6%, la relacionada con patología hepática previa no superó el 2%, cuando en el caso de otras comorbilidades fue del 48% con hipertensión, 21% con diabetes mellitus, 14% con enfermedad cardiovascular o 10% con enfermedad respiratoria.
“Recientemente se ha realizado una publicación, con una población muy pequeña, en la que se demuestra que los pacientes que presentan un daño hepático agudo en el curso de la enfermedad general fallecen en poco más del 76%. Se necesitan más estudios que nos indiquen en qué situaciones la lesión hepática supone un riesgo y a través de qué mecanismos patogénicos”, advierte el Dr. Clemente Ricote, quien fija las siguientes conclusiones con respecto a la relación entre Covid-19 y enfermedad hepática previa:
– Puede producirse infección por SARS-CoV-2 en pacientes portadores de enfermedad hepática previa.
– El daño hepático puede ocasionarse por la Covid-19, por los cambios que determina, principalmente inmunes, en el organismo o por la medicación que necesita para su soporte vital.
– En pacientes con COVID grave, con desarrollo de daño hepático agudo, el pronóstico suele ser de gran gravedad.