Las enfermedades cardiovasculares representan la causa de mortalidad más frecuente de mortalidad en Europa, con el 47% de los casos. “En España esa cifra supone el 26% de los fallecimientos, siendo el infarto de miocardio y el ictus las enfermedades más habituales» explica el Dr. Antonio Álvarez-Viéitez.

«Sin embargo, podríamos evitar el 50% de esas muertes si se llevaran a cabo unas medidas preventivas y se luchara contra algunos factores de riesgo” continúa el Dr. Antonio Álvarez-Viéitez, Jefe de Cardiología Clínica del Hospital Nuestra Señora del Rosario de Madrid.

En nuestro país se ha avanzado mucho en el tratamiento agudo, con las unidades coronarias “y con la implantación de los llamados Código Ictus, como el que tenemos en este hospital”, recuerda el cardiólogo. También existen nuevos medicamentos que disuelven los trombos, y salas donde se puede implantar un stent en una arteria ocluida. “Sin embargo, tenemos que concienciar a la población en general de que es necesario la implantación de desfibriladores portátiles en lugares donde haya acumulación de público (centros comerciales, estadios deportivos, etc) y que habría que enseñar, ya desde la escuela, a realizar las maniobras necesarias para la resucitación cardiopulmonar. Pero lo más importante para combatir la enfermedad es prevenirla y para ello hay que luchar contra los factores de riesgo”, insiste el Dr. Álvarez-Viéitez.

¿Cómo prevenir las enfermedades cardiovasculares?

El tabaco: debe restringirse total y absolutamente. Desde el punto de vista vascular fumar un solo cigarrillo al día aumenta el riesgo de una forma ostensible y se ha visto en recientes estudios que si una persona fuma veinte cigarrillos y pasa a fumar uno el riesgo no baja veinte puntos, baja solo a la mitad por eso los fumadores pasivos tienen riesgo aumentado.

El colesterol: debemos fomentar desde la infancia la dieta mediterránea cardiosaludable, evitando la comida rápida rica en grasas saturadas y tomando grasas poli insaturadas como el aceite de oliva (crudo) o los alimentos ricos en omega 3 como el pescado (no suplementos de omega 3). Los pacientes que tienen el colesterol alto por alteraciones metabólicas deben tomar fármacos, sobre todo estatinas, que bajan el colesterol y son los únicos que han demostrado que bajan el riesgo de progresión de la enfermedad arteriosclerótica. Además “cada día damos más importancia a tener niveles de colesterol muy bajo sobre todo el LDL (colesterol malo) para evitar infartos, ictus y enfermedades vasculares periféricas”, añade el cardiólogo clínico del Nuestra Señora del Rosario.

Hipertensión arterial: afecta casi a la mitad de la población mayor de 55 años y debe combatirse con dieta pobre en sal, pérdida de peso y ejercicio, además de fármacos hipotensores. Las cifras deseables han ido bajando recomendando actualmente que la presión arterial sistólica no sobrepase los 135mmHg. y la diastólica este por debajo de los 85 mmHg.

La diabetes: sobre todo en la diabetes tipo II del adulto es importante la dieta, el ejercicio, combatir el sobrepeso además del tratamiento farmacológico. 

El sedentarismo: debe combatirse fomentando la práctica de ejercicio desde la infancia y sabiendo que es suficiente cuatro horas y media de paseo a buen ritmo a la semana. Para las personas que no les guste el ejercicio recordarles que moverse, aunque sea tranquilamente y despacio, es mejor que estar sentados o tumbados muchas horas. “Como anécdota recordar la primera evidencia que hizo pensar que el ejercicio era bueno fue a raíz de observar que la incidencia de infarto de miocardio era inferior en los revisores de los autobuses de dos pisos de Londres que la de los conductores. Todo hizo pensar que unos eran mucho más sedentarios que los otros, que estaban toda su jornada laboral moviéndose y subiendo escaleras” pone como ejemplo el especialista.

La obesidad: sobre todo la abdominal (perímetro abdominal), donde se atrincheran unas células grasas que son muy toxicas para las arterias (citoquinas). 

El estrés: como situación vital es un factor de riesgo sobrevalorado que puede favorecer los otros factores de riesgo (aumentar la presión arterial, la obesidad, la falta de descanso etc.). Debemos combatirlo con técnicas de relajación y atención psicológica. Diferente son las situaciones puntuales de estrés que pueden producir un infarto agudo de miocardio sin que existan obstrucciones en las arterias coronarias.