El Dr. Francisco Gilo, especialista en Neurología del Hospital Nuestra Señora del Rosario, destaca que cuando se produce hemorragia la tasa de mortalidad es del 25%
La actualidad ha puesto en primer plano la hemorragia subaracnoidea aneurismática, una patología grave ocasionada como consecuencia de la rotura de un aneurisma cerebral (pequeña dilatación en forma de saco de las arterias del cerebro). Se trata, como subraya el Dr. Francisco Gilo, neurólogo del Hospital Nuestra Señora del Rosario, de una variedad de ictus que representa el 5% de los mismos.
La hemorragia cerebral ha de ser tratada con la mayor de las urgencias una vez se presenta. “El aneurisma debe ser excluido definitivamente de la circulación cerebral, bien por embolización a través de un cateterismo, bien por clipaje de su cuello mediante operación quirúrgica”, destaca este experto del Servicio de Neurología.
“Una vez el paciente llega al hospital, se actúa sobre todas aquellas potenciales complicaciones vitales: la posibilidad de una nueva rotura, la isquemia cerebral, la hidrocefalia, que es la dilatación de unos compartimentos líquidos cerebrales, y la repercusión en el resto de órganos del cuerpo, como los pulmones o el corazón”, explica el doctor Gilo, quien subraya que este tipo de ictus presenta una tasa de mortalidad del 25%: “La muerte se puede producir en las primeras horas antes de llegar al centro hospitalario, lo que ocurre en el 5% de los casos, o durante las primeras semanas, por complicaciones derivadas de la rotura inicial en los casos más graves”.
Detección anticipada
En algunas ocasiones, los aneurismas cerebrales sufren pequeñas roturas que se manifiestan en el individuo en forma de súbitos e intensos dolores de cabeza. Según este neurólogo, con gran experiencia en el tratamiento de ictus, “la realización de pruebas de imagen de la circulación cerebral, a través de resonancia magnética o TC, puede detectarlos y, de este modo, permitir que se actúe actuar sobre ellos antes de que provoquen una hemorragia cerebral más grave”.
Factores de riesgo
Aunque los aneurismas son congénitos y, además, aumentan con el tiempo, la mala alimentación, el tabaco, el alcohol, la hipertensión arterial o el estrés favorecen su crecimiento e incrementan la posibilidad de rotura. De ahí que, como pone de relieve el doctor Gilo “actuar sobre los factores de riesgo resulta fundamental para controlar esta patología”.
Este experto también hace especial hincapié en las altas probabilidades de recuperación tras la intervención quirúrgica. Después de esta es preciso un tiempo de reposo y observación y, en ocasiones, de rehabilitación. “Los pacientes presentan una recuperación completa en el 50 % de los casos y hasta el 60% alcanzan el grado de independencia”, apunta.
Finalmente, el Dr. Gilo, que forma parte del equipo que integra el Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (Ineamad) del Hospital Nuestra Señora del Rosario, no descarta por completo las posibles secuelas tras sufrir una hemorragia subaracnoidea aneurismática: “Existe todo un espectro posible de consecuencias, desde los individuos que no presentan ningún tipo de secuelas, como otros que las tienen muy graves”.