Cada año mueren 17,5 millones de personas en el mundo a causa de una enfermedad cardiovascular y se estima que la cifra ascienda a 23 millones en 2030, según la Fundación Española del Corazón. Pero el 29 de septiembre, Día Mundial del Corazón, podemos comenzar a revertir esta situación aprendiendo a ser fieles a esos hábitos que nos prometen una mejor salud.
“Sé que insistimos mucho en la necesidad de comer al menos cinco raciones de vegetales cada día y en descartar los alimentos procesados, pero está demostrado que es uno de los mejores pasos para cuidar nuestro corazón. Sobre todo porque de esta manera podemos limitar el azúcar y la sal que consumimos, dos de los ingredientes más perjudiciales para la salud cardiovascular junto con las grasas, el tabaco y el alcohol”, afirma el Dr. Antonio Álvarez-Viéitez, jefe de la Unidad de Cardiología Clínica del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Pero ¿qué más podemos hacer por nuestro corazón?
Vigilar nuestra tensión arterial cada seis meses a partir de los 40 años, y con más frecuencia si se tiene tendencia a la hipertensión, es básico. “Debemos saber que la presión arterial elevada afecta al corazón provocando un aumento del espesor de sus paredes y originando una disminución del riego al miocardio, insuficiencia cardiaca y arritmias”, explica el experto, que señala también cómo además esta hipertensión puede llegar a afectar a las arterias, incluidas las cerebrales, lo que puede derivar en ictus.
También las emociones pueden causar efectos graves en el corazón. De hecho, la enfermedad de Takotsubo es conocida por producirse por un disgusto. “Pertenece a lo que llamamos miocardiopatías de estrés. Ese dicho que reza “me has roto el corazón” a veces pasa realmente y se produce un infarto sin tener las arterias coronarias obstruidas”, señala el Dr. Álvarez-Viéitez.
La literatura científica lleva años contemplando la relación entre estrés e infarto. El motivo es que la liberación de hormonas de estrés en el torrente sanguíneo aumenta la probabilidad de ataque cardíaco y muerte súbita. “Tanto es así que hay estudios que reflejan que un porcentaje que oscila entre un 15% y un 30% de los pacientes ingresados por parada cardiaca habría sido víctima de estrés severo previamente”, indica el cardiólogo.
Para prevenir el estrés, nada mejor que pasar tiempo libre en la naturaleza, disfrutar de los amigos, sentarse en silencio y meditar o concentrarse en la respiración, o leer un buen libro.
Reconocer los síntomas
Si pese a todo sufrimos un infarto, es muy importante que sepamos reconocer los síntomas para poder llegar a tiempo al hospital. Dolor torácico, falta de aire, pérdida del conocimiento y parada cardíaca son las fases por las que pasaremos.
“Un gran desconocido en este apartado es el infarto femenino, que cada año mata a más de 64.000 mujeres, en parte porque se piensa que el infarto es masculino y se ignora la sintomatología que cursa con una fatiga inusual, dolor en el epigastrio, sudor frío, ansiedad, debilidad y, en los días previos, insomnio”, apunta el jefe de la Unidad de Cardiología Clínica del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Con todo, las medidas que nos ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares son iguales para ambos sexos. Además de las ya indicadas, mantendremos a raya el colesterol y los triglicéridos, abandonaremos los hábitos sedentarios para practicar ejercicio moderado diariamente, y, por supuesto, dejaremos el tabaco y no abusaremos del alcohol, sobre todo, si se están usando anticonceptivos orales.
“Podríamos evitar hasta un 50% de las muertes relacionadas con enfermedades cardiovasculares si se observaran estas medidas preventivas”, concluye el Dr. Álvarez-Viéitez, y recuerda que en el caso de los pacientes con diabetes es aún más importante controlar la dieta y combatir el sobrepeso, practicar ejercicio y seguir el tratamiento farmacológico pautado por el especialista.