Cuando se padece un cáncer, una vez curado, se piensa en las secuelas estéticas y funcionales que éste ha dejado. Conocemos el significado de la pérdida o deformidad del pecho, los efectos que la radioterapia causa en la piel, las molestias sensitivas de la quimioterapia… Pero el significado del linfedema, un aumento del volumen de las extremidades secundario a la acumulación de linfa, es más desconocido.
La Dra. Carmen Iglesias, responsable de la Unidad de Microcirugía Reparadora del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario, que dirige el Dr. Antonio De la Fuente explica que “la causa de esta patología es una atrofia u obstrucción en el sistema linfático, un sistema de vasos que conduce la linfa (líquido rico en proteínas) hacia el corazón. Cuando este líquido sale al exterior se produce el edema y, si este se perpetúa en el tiempo, ocasiona fibrosis y depósitos de grasa”.
Las manifestaciones clínicas pueden ocurrir poco tiempo después de la cirugía o años después, pueden ser de aparición brusca o lenta, comenzar en la raíz de los miembros o en las manos y pies. Por ello es importante estar alerta a los síntomas menores de alarma.
“Solamente en un 20% de los casos es de origen primario, ya que la mayoría son consecuencia de la cirugía oncológica en la que se extirpan los ganglios linfáticos, la obstrucción de los ganglios y/o vasos linfáticos debido al cáncer o el tejido cicatricial producido por la radioterapia”, explica la Dra. Iglesias.
El edema, además de en las extremidades, puede ocurrir en la pelvis o en los genitales, dependiendo de los ganglios que se hayan tenido que extirpar.
Sea primaria o secundaria, esta enfermedad conduce a una deformidad que, además de inestética por el volumen que puede adquirir la extremidad, es progresivamente invalidante, a veces dolorosa y, en ocasiones, puede originar complicaciones graves como infecciones que además empeoran su situación.
Tratamientos
“El estudio de las alteraciones que se producen en el sistema linfático nos permite adecuar las mejores opciones de tratamiento quirúrgico al contexto específico de cada paciente, según las características de su sistema linfático afectado. Desconocemos porqué con las mismas intervenciones unos pacientes padecen de linfedema y otros no, pero conocemos que aquellos que tienen un patrón de linfáticos más disminuido tienen mayor probabilidad de desarrollarlo, y este patrón de vasos linfáticos disminuido lo tiene el 20% de la población según los últimos estudios”, afirma la Dra. Iglesias.
Una de las técnicas más avanzadas para tratar el linfedema es la supramicrocirugía, “en ella conseguimos derivar vasos linfáticos de 0,8 mm de diámetro, e incluso menores, a veces superficiales, para facilitar el retorno de la linfa a la sangre”, explica responsable de la Unidad de Microcirugía Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Otra técnica es el trasplante de ganglios linfáticos. Esta cirugía consiste en coger ganglios de una zona en la que “sobren” y trasportarlos a la zona donde se han extirpado. “Trasplantamos los ganglios, la grasa y la piel con las arterias y venas que los nutren”, explica la Dra. Iglesias, y agrega: “Se trata también de una técnica de microcirugía altamente especializada que debe ser realizada por profesionales con experiencia para que no aparezcan secuelas en la zona de donde se obtuvieron”.
Por último, se puede realizar una técnica específica de lipoaspiración linfática selectiva para retirar la fibrosis y la grasa que se han depositado cuando la linfa ha estado extravasada mucho tiempo. “En manos expertas es segura y no precisa de repeticiones si el postoperatorio es el adecuado”, señala la experta del Hospital Nuestra del Rosario.