Decoro, vergüenza, pudor…muchas veces tratamos de evitar que se conozcan algunas dolencias que padecemos, sobre todo si estas se localizan en la zona anal: hemorroides, fisuras, fístulas, prolapso rectal y otras. Sin embargo, según los especialistas, esto es un error, pues pueden derivar en problemas de más gravedad que se abordan tardíamente y que requieren entonces de actuaciones urgentes.
Es el caso de las fístulas perianales, que son trayectos entre el canal del ano y la piel y que en ocasiones están vinculadas con patologías del aparato digestivo, como la enfermedad de Crohn o la inflamatoria intestinal, pero también pueden estarlo con enfermedades de transmisión sexual o con traumatismos.
Hay que evitar el autodiagnóstico y la automedicación, como apunta el Dr. Jaime Zorrilla Ortúzar, cirujano del aparato digestivo y especialista en proctología del Hospital Nuestra Señora del Rosario en un artículo publicado en el portal Cuídate Plus, del diario Marca: “Una fístula no tratada puede generar abscesos de repetición y el desarrollo de una enfermedad de mayor complejidad. Aunque es poco frecuente, existe la posibilidad de desarrollar una enfermedad neoplásica sobre un trayecto fistuloso de larga evolución».
Diagnóstico y tratamiento
Para identificar una fístula es necesario llevar a cabo pruebas específicas, si bien, como apunta el Dr. Zorrilla Ortúzar, “la gran mayoría de las fístulas debutan como un absceso”, de tal modo que la persona “nota presión y dolor en la zona del ano así como inflamación más o menos intensa dependiendo de la localización del absceso y con frecuencia puede presentar fiebre en mayor o menor medida”.
De ahí que “el paciente requiera de una valoración y un tratamiento urgentes, ya que un absceso no tratado de manera correcta puede poner al paciente en una situación de riesgo vital”, abunda el cirujano.
Este especialista recuerda que el único tratamiento para las fístulas es la cirugía. “Aproximadamente la mitad de los pacientes verán resuelto su problema, pudiendo sufrir nuevos episodios en el futuro, pero la otra mitad mantendrán una supuración crónica que es el síntoma principal de una fístula establecida. El individuo notará manchado de la ropa interior. En ocasiones esta supuración mantenida puede generar irritación de la zona perianal y producir dolor y picor”, concluye el Dr. Zorrilla.
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