El sueño tiene un papel fundamental en el desarrollo y bienestar infantil, favoreciendo procesos de aprendizaje y memoria, ayudando en la consolidación del aprendizaje y promoviendo un mejor comportamiento. Pero también tiene un papel fundamental en la salud de los padres. La duración del sueño nocturno varía en función de multitud de factores: edad, estado de salud, situación emocional, etc. Se ha calculado que en el primer año de vida del niño los padres suelen perder entre 400 y 750 horas de sueño por atender al recién llegado. ¿Cuánto nos puede afectar? ¿Hasta cuándo podemos aguantar?
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