Este procedimiento mínimamente invasivo permite evitar la cirugía abierta y preservar la glándula

Las glándulas salivares, encargadas de producir la saliva, se localizan a ambos lados de la cara (parótidas) y en el cuello, debajo de la mandíbula (submaxilares). Varias son las causas que pueden provocar su inflamación: infección de un virus (parotiditis), la obstrucción del drenaje de la saliva (estrechamiento del conducto salivar, cálculos o tapones mucosos) o la presencia de un tumor benigno o maligno en su interior. Según la Dra. Nieves Mata, jefe del Servicio de Otorrinolaringología (ORL) del Hospital Nuestra Señora del Rosario, “el tratamiento a aplicar dependerá de la razón por la que se ha originado la inflamación crónica de las glándulas salivares”.

Así, en el caso de tumores benignos -el adenoma pleomorfo o el tumor de Whartin- o malignos -el carcinoma adenoide quístico, el tumor mucoepidermoide o el adenocarcinoma de glándula salivar-, el abordaje suele ser quirúrgico.

Sin embargo, para las patologías obstructivas del conducto salivar, que hasta hace relativamente poco se trataban con cirugía, es aconsejable optar por técnicas como la sialoendoscopia. Como explica la Dra. Mata, los riesgos de la intervención quirúrgica sin que exista una enfermedad tumoral son muy altos: “La extirpación de una parótida malfuncionante (parotidectomía) expone al paciente al riesgo de lesionar el nervio facial durante la disección, ya que este nervio recorre el espacio entre los lóbulos superficial y profundo de la parótida, y queda expuesto en la cirugía”.

Lo mismo sucede con la extirpación de la glándula submaxilar (submaxilectomía), que también puede conllevar la parálisis del nervio mentoniano con la consiguiente asimetría facial con la sonrisa extrema. “En ambas cirugías se sacrificaba una glándula sana por la mera obstrucción del drenaje salivar”, aclara la especialista.

Sialoendoscopia como mejor opción

La sialoendoscopia, que la Dra. Mata practica con éxito desde hace una década, permite el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades del conducto salivar sin necesidad de cirugía abierta y, sobre todo, sin extirpar la glándula enferma.

Este procedimiento, indicado en pacientes con inflamaciones de repetición de la glándula parótida o de la submaxilar causadas por cálculos, estenosis o tapones mucosos, explora la vía salivar mediante endoscopios milimétricos.

Se utiliza un endoscopio semirrígido, de 1,3 mm de diámetro, que se introduce a través del orificio de salida en la boca del conducto salivar. La fibra óptica recorre en sentido inverso el camino que utiliza la saliva desde la glándula hasta la boca, unos 5 cm, explorando los conductos en busca de estrecheces (estenosis), tapones mucosos o cálculos (litiasis) que obstruyen el flujo normal de la saliva. La extracción de los cálculos se lleva a cabo con cestas que se introducen por el canal de trabajo del endoscopio.

Cálculos salivares

Un 80-90% de los cálculos salivares se producen en la glándula submaxilar y un 10-20% en la glándula parótida. Los de menos de 4 mm, localizados al final del conducto salivar, cerca del drenaje en la boca, se extraen con mayor facilidad con el endoscopio. Si son de gran tamaño o se localizan en el interior de la glándula, puede utilizarse una técnica que combina la sialoendoscopia con la apertura mediante cirugía del conducto o, incluso, requerir la extirpación de la glándula malfuncionante.

“La sialoendoscopia es, en el momento actual, una alternativa para el tratamiento de cálculos y de tapones mucosos del conducto salivar, que evita la realización de incisiones en el cuello para extirpar la glándula enferma”, concluye la Dra. Mata.


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