Podemos vivir sin apéndice, bazo o vesícula, que son extirpados cuando no hay más remedio. Eso sí, nuestro organismo libra una batalla para compensar su falta, de tal modo que son otros órganos los que asumen sus funciones.
La revista Saber Vivir publica un reportaje en el que aborda esta cuestión y alude directamente a las amígdalas y las adenoides, que son nuestra primera defensa contra los gérmenes que entran por la boca o la nariz; el bazo, cuya principal función, como se asegura, “es filtrar la sangre y reconocer y destruir los glóbulos rojos ‘viejos’ o dañados”, además de producir glóbulos blancos “que luchan contra las infecciones y almacena glóbulos rojos y plaquetas (que ayudan a coagular la sangre)”; el apéndice, al que se otorga un gran papel en el sistema inmunitario, “ya que produce anticuerpos que ayudan a hacer frente a las infecciones”; y, por último, la vesícula, ese pequeño órgano, situado debajo del hígado, que almacena la bilis que produce este y que se libera al intestino delgado cuando comemos para digerir las grasas.
Según explica el Dr. Alberto Muñoz-Calero, jefe del Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo y codirector del Instituto de Ciencias del Aparato Digestivo (ICAD) del Hospital Nuestra Señora del Rosario, las sustancias que forman la bilis pueden endurecerse y formar piedras o cálculos biliares en la vesícula.
En el caso de detectarse estas piedras, se aconseja extirpar la vesícula y así evitar complicaciones. Tras quitarse, se puede hacer vida completamente normal, aunque es posible que haya colitis o diarrea después de consumir alimentos grasos.
La obesidad, factor de riesgo
Explica el Dr. Muñoz-Calero que la obesidad puede ser un factor de riesgo en estos casos: «Las personas con obesidad acumulan más cantidad de colesterol y ácidos biliares en la vesícula y esta se mueve menos, lo que favorece que se formen las piedras. Esto es especialmente relevante en las mujeres con obesidad, que tienen hasta un 21 % de aumento en la incidencia de piedras».
Además el especialista alerta contra la pérdida de peso muy rápida, pues también daña la vesícula: «Cuando estamos en ayunas, la vesícula está llena de bilis y al hacer dieta muy estricta, está mucho tiempo sin moverse. Al no vaciarse, se puede formar un poso que facilita que se formen piedras. El peso debe perderse lentamente, no más de 1 kg por semana».
La técnica laparoscópica
Por último, el Dr. Muñoz-Calero aconseja, siempre que sea posible, extraer el bazo, la vesícula o el apéndice empleando la laparoscopia, técnica quirúrgica en la que es un consagrado especialista. Como es sabido, se trata de un procedimiento menos invasivo que la cirugía tradicional y solo requiere hacer pequeños orificios en el abdomen, por lo que la recuperación suele ser rápida, entre otras muchas más ventajas.
Si quieres leer el reportaje: https://www.sabervivirtv.com/medicina-general/apendice-bazo-vesicula-organos-no-necesitas_6669