En la actualidad, casi 950.000 personas fuman de manera habitual en nuestro país, según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, y cada año mueren por este motivo 52.000 personas. Según la Dra. Lara Bravo, neumóloga Nuestra Señora del Rosario “es la primera causa de muerte evitable en nuestro país.

Las campañas de concienciación hacen hincapié en aconsejar en cómo dejar de fumar, que es un proceso que cuesta mucho, ya que es una adicción, y que lo mejor es recurrir a un especialista para que les acompañe en el proceso”.

Estas campañas, junto con las medidas adoptadas por el gobierno, van calando en la población, tal y como revela la encuesta europea de salud en España, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y coordinada por Eurostat, que reveló en el año 2014 un dato prometedor y es que el consumo de tabaco en España se habría reducido en todos los grupos de edad, incluidos los más jóvenes.

Según la neumóloga del Hospital Nuestra Señora del Rosario, “si los fumadores supieran y se diera a conocer de forma masiva cómo actúa nuestro cuerpo sólo pasados 20 minutos desde la última calada que le damos a un cigarrillo, quizá muchos fumadores se animarían a dejarlo antes y con mayor decisión

¿Cómo actúa nuestro cuerpo cuándo dejamos de fumar?

Muchos fumadores piensan que los beneficios de dejar de fumar tardarán en aparecer, sin embargo, algunos de los cambios son prácticamente inmediatos. De esta forma, podemos establecer una línea temporal para visualizar de una manera más gráfica los efectos que se producirán al apartar el tabaco de nuestra vida.

– Sólo a los veinte minutos de haber apagado el último cigarrillo, la frecuencia cardiaca y la tensión arterial bajan hasta normalizarse.

– En las primeras ocho horas, el monóxido de carbono, una de las sustancias nocivas que contiene el tabaco y que impide el correcto transporte del oxígeno a la sangre, se reduce a la mitad. Lo mismo ocurre con la nicotina.

– Una vez transcurrido un día, el monóxido de carbono es eliminado en su totalidad, mejorando de manera significativa los niveles de oxígeno en sangre y, en consecuencia, la capacidad de ejercicio. Los pulmones además, comenzarán a eliminar residuos del cigarrillo.

– Algunos de los productos nocivos del cigarrillo dañan las terminaciones nerviosas responsables de los sentidos del olfato y del gusto. A los dos días, éstos se recuperan de manera muy notable, traduciéndose en un mayor disfrute de los alimentos que ingerimos.

Entre el segundo y el tercer día, nuestro organismo queda libre de nicotina lo cual conlleva a la aparición del síndrome de abstinencia. En muchas personas, se traduce en cambios en el humor, apatía, irritabilidad o depresión. También es frecuente la manifestación de síntomas físicos, como la cefalea o el cansancio.

Al mes de haber dejado de fumar, la función pulmonar comienza a mejorar. Además, la tos matutina habitual, que presenta gran parte de los fumadores, comienza a desaparecer. Todo ello contribuye a una mejora en la resistencia física, permitiendo una mejor tolerancia a la hora de practicar ejercicio físico.

Entre el tercer y noveno mes se continuarán experimentando una serie de cambios, como la mejora de la circulación sanguínea. Lo que repercute en varias patologías frecuentes, como pueden ser las varices de los miembros inferiores. Por otro lado, las células que revisten nuestros bronquios comenzarán a recuperar sus cilios. Estas estructuras, similar a pequeños pelos o flecos, son las encargadas de conducir al exterior las partículas microscópicas que se adentran en el sistema respiratorio. Por ello, juegan un papel extremadamente importante en la prevención de las infecciones respiratorias como la bronquitis o la neumonía.

– El tabaco está directamente implicado en el desarrollo del infarto agudo de miocardio. Al año del abandono del cigarrillo, el riesgo de sufrir uno de estos eventos se reduce a la mitad y continuará disminuyendo de manera progresiva.

Tras cinco años, las arterias, previamente inflamadas debido a los efectos nocivos del tabaco, recuperan su calibre habitual, reduciéndose la posibilidad de presentar un accidente cerebrovascular.

– El cáncer de pulmón es una neoplasia directamente relacionada con el tabaco. De hecho, se le atribuyen el 85% de los casos. Después de diez años el riesgo de desarrollarlo disminuye a la mitad.

A los quince años la posibilidad de sufrir un evento cardiaco se iguala a la de una persona que no ha fumado. Si bien el riego de desarrollar cáncer de pulmón disminuye de manera muy significativa, este no desaparece del todo.