Cada 26 de julio desde hace más de dos siglos, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana celebran la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y patronos de la Congregación. Es una efeméride con un carácter muy especial, largamente esperada, y que comparten cada año con los pacientes, familiares y acompañantes y con todo el personal del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
A las 11 de la mañana de este martes, la capilla del centro acoge una Eucaristía de recuerdo y agradecimiento hacia los abuelos de Jesús para que continúen orientando la vereda hacia la humanización, la hospitalidad, el respeto y el cariño que a diario profesamos y entregamos a todos los enfermos.
San Joaquín y Santa Ana son, como no se ha cansado de reiterar el Papa Francisco, un regalo para la Iglesia, una fuente de reflexión para una mirada renovada sobre la vocación de la vejez, pero también suponen una gran inyección de sabiduría para toda la sociedad: especialmente para la que está demasiado atareada, demasiado ocupada, demasiado distraída para mirar a su alrededor y percibir el sufrimiento de los demás.
Igualmente, los dos ancianos son un ejemplo en el que las Hermanas se miran, pues ellos vivieron la Caridad hacia los que sufrían, como ellas, que han hecho de la misma la razón de su existencia, de su misión apostólica y el fin al que tienden en cada acción que acometen en cualquier parte del mundo en que están presentes.