El Dr. García de Sola, jefe de Neurocirugía, subraya las múltiples ventajas y el bajo riesgo de la cirugía

La Neurocirugía ha evolucionado extraordinariamente en sus conocimientos, tecnología y técnica quirúrgica, circunstancias que se aprecian de forma muy especial en el tratamiento quirúrgico de la enfermedad de Parkinson.

Es cierto que los avances neurológicos en el tratamiento médico del párkinson son continuos y están logrando controlar la enfermedad, a la vez que dar más calidad de vida al paciente, pero también lo es, como apunta el Dr. Rafael García de Sola, jefe de Neurocirugía del Hospital Nuestra Señora del Rosario, que “hay un grupo de pacientes que, o no responden suficientemente, o podrían precisar una actuación quirúrgica para que el tratamiento pueda seguir actuando correctamente, sin necesidad de dosis que provoquen graves efectos colaterales”.

En un artículo que publica en su edición de septiembre el periódico DSalamanca, este especialista, considerado uno de los más destacados neurocirujanos de España, explica que la intervención del párkinson “consiste en implantar un electrodo en uno de los núcleos profundos cerebrales, implicados en esta enfermedad. El electrodo se conecta a un estimulador, y el núcleo cerebral es estimulado de forma más o menos continua, de acuerdo con las necesidades del paciente.

Esta estimulación modula el comportamiento de las neuronas de este núcleo, lo que disminuye o suprime la rigidez y el temblor”, tan característicos de esta dolencia.

Bajo riesgo quirúrgico

Según comenta, hoy en día es posible alcanzar estos núcleos con una gran precisión, “gracias a la resonancia magnética de alto campo, a neuronavegadores con programas de software complejos y muy precisos, así como al control neurofisiológico intraoperatorio de la actividad espontánea y tras estimulación de las neuronas del núcleo”.

Además, la intervención es de muy bajo riesgo quirúrgico, con muy baja morbilidad y prácticamente nula mortalidad. El resultado final es que el paciente queda sin temblor y con una disminución muy marcada de la rigidez en brazos y piernas. “En un porcentaje superior al 80% y sin secuelas quirúrgicas”, destaca, para añadir que ello permite disminuir la cantidad de medicación necesaria, mejorar la evolución de la enfermedad y retrasar el empeoramiento progresivo.

Este tipo de tratamiento se lleva a cabo por equipos multidiciplinarios de Neurocirugía, Neurología, Neuroradiología y Neurofisiología, como el que existe en el Hospital Nuestra Señora del Rosario.