La publicación ‘Misión/Hospitalidad’, de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, recoge la experiencia de la Covid-19 en el Hospital

El último número de la publicación Misión/Hospitalidad, que publica la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana para dar cuenta de sus actividades en todo el mundo, recoge un reportaje sobre la pandemia de Covid-19. En el texto, que lleva la firma de Teo Corral, se explica cómo el planeta se ralentizó como consecuencia de la extensión del coronavirus y cómo “fuimos transformando las dificultades en estímulo y asimilando lo que nos ocurría en perspectiva de solución, de respuesta, de empatía. Y la respuesta fue asombrosa, desbordante. Lo más urgente era proteger a los sanitarios y mucha gente, en las distintas poblaciones, preparaba equipos para proteger al personal, les llevaban comida, eran lo más preciado y los héroes de esta ‘guerra’. Algunos colaboraron para traer material, otros reorganizaron los hospitales, aumentaron la capacidad de las Ucis… Queremos contaros en pinceladas estas reacciones. Siempre el ser humano ha conseguido levantarse de sus cenizas”.

Covid-19 y Hospital Nuestra Señora del Rosario

La información recoge, entre las diferentes reacciones, lo acontecido en el Hospital Nuestra Señora del Rosario durante los días más duros de la pandemia. Reproducimos el texto completo:

El Hospital Nuestra Señora del Rosario en Madrid amaneció un día, sin casi tiempo a reaccionar, en primera línea de la tremenda crisis sanitaria que ha supuesto y sigue suponiendo la pandemia mundial de Covid-19.

En el Hospital intentamos prestar nuestra habitual atención desde una propuesta de humanización de la atención sanitaria, desde la cercanía que nos regala Jesús y su Evangelio. Pero de una manera súbita, nuestra manera de hacer se vio desestabilizada por una situación que lo tambalea todo. Surge una enfermedad desconocida, que nos obliga a tomar medidas para protegernos y proteger nuestro entorno y el de los pacientes. Ya no se puede coger la mano al enfermo sin un guante de por medio, ya no se puede mirar a los ojos sin la interferencia de las gafas o la pantalla protectora, ya no se puede mostrar la mejor sonrisa a un paciente asustado para darle confianza o tranquilidad, porque la mascarilla lo oculta casi todo. Nuestra forma de vivir la Hospitalidad se ve puesta a prueba. Los pacientes se encuentran solos en sus habitaciones porque el correcto aislamiento así lo requiere, y sus familias viven con una angustia aumentada por no poder acompañar el sufrimiento o la muerte de sus seres queridos.

En este tremendo entorno nos vimos empujados a la creatividad, para que la Hospitalidad tuviera gestos concretos, sencillos, pero profundamente claros entre los pacientes y los trabajadores. La implicación y colaboración de todos los profesionales que aquí desarrollan su trabajo ha hecho visible lo mejor de cada uno. Con gran esfuerzo y a toda velocidad, se realizan todos los cambios tanto a nivel estructural como organizativo para dar respuesta a la creciente demanda asistencial que se plantea. La generosidad es patente dentro y fuera del Hospital. Todos los colectivos aportan sus conocimientos y recursos al servicio de los pacientes. Desde la sociedad han surgido, también, mil iniciativas de reconocimiento y colaboración con los sanitarios: mascarillas y pantallas caseras, cartas y dibujos de ánimo, empresas de todo tipo con donaciones. Una muestra arrolladora de humanidad y solidaridad. Trabajamos para la sociedad sin descanso y la sociedad nos devuelve un aplauso diario. Pero nuestro auténtico estímulo son nuestros pacientes. Cada alta se convierte en un triunfo, un momento de felicidad plena, aunque a veces se ensombrece con un fallecimiento que vivimos con total desolación. Es una montaña rusa de sentimientos a la que nos hemos tenido que adaptar, que a todos en algún momento nos ha hecho llorar y de la que tardaremos en recuperarnos.

Todo esto no puede asumirse más que desde la esperanza y la confianza en que nos haga aprender para que, con las nuevas condiciones que ineludiblemente tendremos que adoptar, no se pierda la humanización en la atención. Esta nueva situación parece que ha venido para quedarse, pero nosotros nos crecemos ante los retos y esto ha sido una clara muestra de ello. Tenemos la mayor riqueza y el mayor talento que se puede desear: personas con valores, que permiten que mantengamos nuestro Carisma de Caridad hecha HOSPITALIDAD al más alto nivel.


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