La alimentación en la época navideña debe tener dos requisitos indispensables y comunes para todas las personas: control de peso y dieta satisfactoria y equilibrada.

El control de peso es el parámetro básico de salud para las personas no fumadoras, ya que el tabaquismo es un gran factor negativo de salud. El control de peso es el gran objetivo general, pero además lo es muy especialmente para personas con problemas metabólicos (diabetes, hipercolesterolemia) y problemas generales (hipertensión arterial, alteraciones cardiovasculares, limitaciones motoras articulares y/o musculares, etc).

El control de peso puede tener estrategias muy específicas para estas fechas. Los estudios psicológicos-conductistas han demostrado que no tenemos voluntad suficiente para no comer los alimentos que vemos. Por este motivo una estrategia eficaz para el control de peso exige quitar o disminuir el estímulo de alimentos y estímulo es presencia y cantidad. De ello se deduce que el cuidado dietético de esta época en particular (aunque también en cualquier ápoca del año) debe tener una  base familiar. Debe empezar en la cesta de la compra y la despensa de casa.

En esta época debe resaltarse la importancia de la compra por varias razones. La disposición y oferta de alimentos está especialmente elevada. La tradición cultural crea una presión subconsciente a comprar múltiples alimentos y que las celebraciones  están ligadas a comida muy abundante. Por tanto, es muy recomendable controlar bien la cesta de compra, yendo siempre con una lista establecida (si es posible hay que hacerla después de cenar con los familiares), deben disminuir o desaparecer componentes de la despensa habitual que no son alimentos prioritarios, repostería, refrescos y alimentos dulces. La estrategia de quitar estímulo de comida condiciona que la visión y disposición de alimentos propios de navidad esté presente sólo en los momentos críticos de días o celebraciones, pero no tengan presencia física permanente.

Otra estrategia para conseguir el control de peso y dieta satisfactoria en estos días es primar la exquisitez por encima de la cantidad. Este criterio debe establecerse tanto a nivel personal como familiar. Cuando se va al restaurante se debe pedir el plato exquisito (no el más abundante), tomar las dos copas de vino que más satisfagan y optar por el café en vez de por el postre (se puede probar si no se puede resistir del de la persona que tenemos al lado). En el ámbito familiar, hay que hacer lo mismo: basarse en la calidad en vez de la cantidad. Una dieta basada en la calidad es más saciante, por lo que es más fácil conseguir el objetivo que de control de peso y de dieta beneficiosa para la salud.

Las estrategias de disminuir el estímulo de comida y la de primar la exquisitez se cumplen con la compra de cantidades pequeñas y de la máxima calidad.

Otra estrategia para el control de peso aplicable aplicable al periodo navideño (aunque también es recomendable realizar de forma habitual) es contar con una báscula fiable y pesarse a diario. Estudiado por psicólogos conductistas se ha confirmado que el peso frecuente ayuda en el control de peso.

El ejercicio físico sigue siendo recomendación médica del máximo nivel para esta época y para la vida habitual, por lo tanto la práctica en estas fechas y en la vida normal es absolutamente recomendable. El ejercicio debe ser o aeróbico. Una buena práctica es caminar por llano braceando, lo que consigue activar el grupo muscular superior, una media de 30 a 60 minutos/día a una velocidad de aproximadamente unos 8.000 pasos/hora. Se podría ir más rápido si se cuenta con unas articulaciones en buen estado, ya que el peso que recae sobre las articulaciones de carga.

La Navidad es un momento más en que las personas-sociedad tienen que ser conscientes de la presión comercial que también existe con la comida. Se utilizan razones de todo tipo para condicionar la compra de alimentos, su producción y conseguir el beneficio económico que muchísimas personas y empresas tienen con la alimentación. Hay que protegerse de esta presión que está condicionando la epidemia actual de obesidad en la que se encuentra el primer mundo, incluida la obesidad infantil-juvenil.