Cada día son más las personas, especialmente jóvenes, a las que vemos por las calles, en los transportes públicos o en los parques y plazas dando rienda suelta a sus aficiones melómanas mediante auriculares. Esta actividad lúdica y placentera conlleva también algunos riesgos que se han de tener en cuenta. De hecho, la OMS habla de que más de 1.000 millones de jóvenes en todo el mundo estarían en riesgo de sufrir una pérdida de audición por  prácticas auditivas perjudiciales. La mitad de ese grupo poblacional está expuesta a niveles de ruido nocivos. Ello como consecuencia del uso de dispositivos de audio personales, como reproductores de MP3 o teléfonos inteligentes. Además, en torno a un 40% de estos jóvenes está sometido a niveles de ruido potencialmente peligrosos en discotecas, pubs, bares y otros establecimientos de ocio.

Esta contaminación acústica puede provocar hipoacusia inducida por el ruido. Esto es, pérdida de audición producida por la exposición continuada a ruidos intensos o por una exposición breve a un ruido igualmente intenso.

El Dr. Antonio Denia Lafuente, responsable de la Unidad de Oído y Vértigo del hospital, pone en evidencia que la exposición al ruido puede lesionar los receptores auditivos del oído interno o células ciliadas. Es decir, hace que aparezca una hipoacusia neurosensorial, que en la mayor parte de los casos suele ser irreversible y progresiva. Sobre todo, cuando el sujeto sigue sometido a ruido excesivo.

Para evitar estos efectos negativos, el especialista aconseja bajar el volumen de los dispositivos que se emplean para escuchar música. Así, sugiere aplicar la norma 60 x 60, que consiste en no subir el volumen por encima del 60% y no superar los 60 minutos de uso continuado del aparato.

Para hacernos una idea del volumen que se estima dañino para los oídos humanos: se considera que 80 decibelios (dB) representa el nivel al que la audición está amenazada o en riesgo. Una conversación normal está alrededor de 60 decibelios. El ruido del tráfico denso está alrededor de 85 decibelios. Los reproductores de música pueden llegar a niveles de 105 dB. Superar niveles superiores a 105 dB durante más de 15 minutos puede dañar seriamente la audición.

Disfrutar del placer de la música no debe suponer, en ningún caso, un perjuicio para nuestra salud.