El Dr. Anciones aconseja tratar la hipertensión arterial, reducir el colesterol, no consumir tabaco o alcohol, hacer ejercicio, seguir una dieta saludable y evitar la obesidad

Cuando se dice que una persona ha sufrido un ictus, se hace referencia al hecho de que ha presentado un problema circulatorio súbito en su cerebro. Puede tratarse de un infarto cerebral, de la obstrucción de un vaso sanguíneo o de una hemorragia cerebral, debida a la rotura de un vaso sanguíneo. Como pone de manifiesto el Dr. Buenaventura Anciones, jefe del Servicio de Neurología del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (INEAMAD), del Hospital Nuestra Señora del Rosario, la mayoría de los ictus corresponden a infartos cerebrales, denominados también ictus isquémicos.

Los vasos sanguíneos que se cierran en el cerebro son, por lo general, arterias, que se pueden obstruir por varias causas. “Puede ocurrir que la arteria que se obstruya sea del propio cerebro, porque esté ya deteriorada debido a un problema crónico de hipertensión, colesterol, diabetes o tabaquismo y acabe cerrándose. En otras ocasiones se forma un trombo en otra parte del sistema circulatorio que acaba por desprenderse y viajar a distancia para acabar obstruyendo una arteria del cerebro previamente sana. En este caso último aludimos a las famosas ‘embolias’”, explica el Dr. Anciones.

Medidas de prevención

En base a estos diferentes motivos que pueden desembocar en un ictus isquémico, se establecen las medidas de prevención para evitar su aparición o su repetición. “Empleamos medicamentos para tratar la hipertensión arterial, la diabetes, reducir las cifras de colesterol y recomendamos evitar el consumo de tabaco y alcohol para que las paredes del aparato circulatorio no sufran un deterioro que conduzca a su obstrucción”, continúa este especialista, quien añade que las posibilidades se reducen con ejercicio físico, una dieta saludable y evitando la obesidad y el sedentarismo.

Además, se pautan tratamientos antiagregantes para evitar la agregación de las plaquetas en forma de trombos en aquellos pacientes que hayan sufrido un ictus isquémico por mecanismos ateroescleróticos. En el caso de los individuos que son portadores de válvulas mecánicas por haber sido intervenidos del corazón  o de los ictus debidos a embolias desde el corazón, generalmente secundarios a una fibrilación auricular, la arritmia más frecuente en este contexto, el tipo de medicación preventiva prescrita son los anticoagulantes, que evitan la formación de coágulos en las cámaras del corazón.

El consumo de cocaína y la apnea del sueño como factores de riesgo

Las personas que presentan un síndrome de apnea del sueño severo, que ocasiona una mala oxigenación nocturna, se benefician del tratamiento con presión positiva continua en la vía aérea (CPAP) para evitar el colapso nocturno de esta última y mejorar la oxigenación.

Entre las causas más raras, pero no infrecuentes en la población adulta de mediana edad, está la manipulación inadecuada del cuello, que puede generar la rotura o la disección de la pared de las arterias.

Por último, el Dr. Anciones recuerda que el consumo de drogas vasoconstrictoras como la cocaína es otro factor de riesgo. “También hay que tener en cuenta que el empleo de determinados fármacos hormonales, como los anticonceptivos y la terapia hormonal sustitutiva, se convierte en factor de riesgo en aquellas personas que presenten una alteración genética de la coagulación que les haga propensos a formar trombos”, concluye.

200 casos anuales en el Hospital Nuestra Señora del Rosario

El Hospital Nuestra Señora del Rosario cuenta con Código Ictus desde 2008 y es centro de referencia en la sanidad privada madrileña, pues en él se atienden, de forma coordinada y multidisciplinar, más de 200 casos al año. De hecho, dispone de un Servicio de Urgencias Neurológicas y Neuroquirúrgicas abierto las 24 horas para dar respuesta de forma urgente a los casos más complejos de las áreas neurológica y neuroquirúrgica.