La Dra. Paloma Pulido Rivas, del Servicio de Neurocirugía del Hospital Nuestra Señora del Rosario y profesora asociada de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, colabora en el último número del periódico DSalamanca con un artículo sobre las fracturas vertebrales ocasionadas por osteoporosis.

Según explica, la osteoporosis se define como una disminución de la cantidad de calcio depositada en la estructura del hueso produciendo una fragilidad ósea con debilidad exagerada del hueso y mayor riesgo a fracturarse ante traumatismos banales. “Suele afectar a la columna sobre todo a nivel dorsal y lumbar. Es más frecuente en mujeres mayores de 65 años. Hay una mayor predisposición en personas que realizan poco ejercicio físico, son fumadoras o consumen alcohol”, abunda.

¿Qué es una fractura vertebral?

Es una lesión de una vértebra causada generalmente por un traumatismo. “En personas con osteoporosis este traumatismo puede ser leve o mínimo o, incluso, originarse tras una tos o un estornudo.  La zona de mayor debilidad y propensa a fracturarse es la región anterior, lo que produce fracturas por acuñamiento del cuerpo vertebral”, asegura la neurocirujana.

Síntomas y diagnóstico

El dolor es el síntoma principal: un dolor agudo e intenso localizado en una zona determinada que coincide con el nivel de la fractura y que cede en reposo y se intensifica con los movimientos o al caminar.

“En una radiografía lateral de columna se puede apreciar una reducción de la altura del cuerpo vertebral superior al 20% con respecto a otras vértebras. En la tomografía axial (TAC) se visualizan mejor y si existe alguna repercusión sobre el canal vertebral. La resonancia magnética (RM) sirve para diferenciar fracturas antiguas de las recientes”, abunda la Dra. Pulido Rivas.

¿Cuál es el tratamiento?

El objetivo del tratamiento es disminuir el dolor, mejorar la movilidad temprana del paciente, conservar la estabilidad sagital de la columna y prevenir el compromiso neurológico tardío.

En la fase aguda, resalta la experta, “podemos realizar un tratamiento conservador con analgesia y antinflamatorios habituales. El reposo o la inmovilización vertebral con ortesis tipo faja o corse son útiles”.

Sin embargo, si el dolor no se controla, se pueden plantear tratamientos quirúrgicos como las técnicas de cifoplastia o vertebroplastia, consistentes en la inyección de cemento líquido en el interior del cuerpo fracturado a través de unas agujas.  Cuando el cemento se endurece impide que se colapse la vértebra. El dolor mejora en las primeras 12 horas.

“El inconveniente de estas técnicas es que se tienen que realizar en el primer mes del traumatismo para ser eficaces. En algunos pacientes con vertebras inestables se puede realizar, además, una fijación con tornillos en las vértebras superiores e inferiores para dar mayor estabilidad”, concluye la Dra. Pulido.