El ejercicio genera sustancias neurotróficas, que son responsables de crear nuevas sinapsis y neuronas
La demencia es una de las enfermedades que el ser humano más teme padecer en un futuro. Además, la entiende como un mal inexorable frente al que no puede hacer nada. “Es cierto que parece algo inevitable, pero no lo es. La demencia se puede prevenir, podemos evitarla”, asegura la Dra. Carmen Terrón, coordinadora de la Unidad de Deterioro Cognitivo y Demencia, del Servicio de Neurología del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Actualmente hay casi 50 millones de personas en el mundo que padecen una demencia, cifra que se prevé que aumente a 150 millones en 2050. Es, además, una enfermedad devastadora para el paciente y para su familia. “Hasta el momento no hemos podido desarrollar ningún tratamiento curativo para la causa más frecuente de demencia, la enfermedad de Alzheimer, pero sí sabemos con certeza que podríamos evitar el 30% de los casos”, comenta la Dra. Terrón, quien incide en la prevención.
Medidas para prevenir la demencia
En este sentido, sugiere adoptar las siguientes medidas:
- Cambiar el estilo de vida:
- Evitar el sobrepeso
- Seguir una dieta mediterránea
- Evitar los alimentos procesados, así como el exceso de sal y de azúcar
- Estar activos física, intelectual y socialmente
- Seguimiento y control adecuados de los llamados factores de riesgo vascular: hipertensión arterial, diabetes mellitus y dislipemia
- Mantener una actividad física regular, evitar el sedentarismo, “que es la estrategia principal y más importante a la hora de prevenir la demencia”, afirma la neuróloga.
Creación de nuevas neuronas y sinapsis
El primer beneficio que viene a la cabeza cuando se piensa en los efectos positivos de la actividad física en el organismo es la mejora de la circulación sanguínea (bueno para el corazón, bueno para el cuerpo en general), pero eso es una mínima parte, como subraya la especialista: “Cuando efectuamos una actividad física generamos unas sustancias que denominamos neurotróficas, que son responsables de crear nuevas sinapsis y nuevas neuronas. El cerebro no es algo estático. No es cierto que tengamos un número determinado de neuronas que vayamos perdiendo conforme nos hacemos mayores. Se pueden crear nuevas neuronas y nuevas conexiones entre ellas (las denominadas sinapsis) y esto ocurre gracias a la actividad física”.
Existe, igualmente, una explicación antropológica para este beneficio. “La actividad física, especialmente la aeróbica, ha resultado fundamental para el desarrollo del cuerpo y del cerebro a lo largo de la evolución de nuestra especie. Nos ha permitido llevar a cabo actividades de búsqueda de alimento, dada nuestra gran capacidad de resistencia (no de fuerza, ni de velocidad), en comparación con otras especiales animales. Estamos evolutivamente adaptados para cubrir grandes distancias diariamente. En particular, estamos preparados para combinar la actividad física con la cognitiva de adaptación al entorno, de interpretación del mismo, de resolución de problemas, etc.”, pone de manifiesto la Dra. Terrón.
Menos probabilidad de desarrollar el alzhéimer
Investigaciones recientes han demostrado, mediante técnicas de neuroimagen (resonancia magnética, neuroimagen funcional) que mientras se practica ejercicio se activan numerosas áreas del cerebro. Asimismo, los estudios observacionales han constatado que las personas que realizan actividad física de manera regular tienen menos probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo, incluso quienes poseen una predisposición genética conocida para la enfermedad de Alzheimer.
En este sentido, destaca las aportaciones del proyecto internacional Red de Alzheimer Hereditario o DIAN (por sus siglas en inglés: Dominantly Inherited Alzheimer Network), que estudia una de las formas más raras (menos del 1% de los casos) pero más graves del alzhéimer, que afecta a individuos muy jóvenes, entre los 30 y los 50 años, y tiene una herencia muy determinada de padres a hijos. Los individuos portadores de la mutación genética desarrollarán la enfermedad antes o después.
“Los investigadores se plantearon si existía diferencia en la edad de inicio de la demencia en función de la actividad física habitual de los individuos, y los datos son asombrosos: en los portadores de la mutación que se ejercitaban según las recomendaciones de la OMS (150 minutos de actividad física moderada a la semana), la demencia aparecía 15 años después que en los portadores con costumbres sedentarias. Es decir, una diferencia de 15 años de salud”, abunda la Dra. Terrón, quien concluye: “Nuestra sociedad actual nos invita cada día más a la pasividad. Nos rodean escaleras mecánicas, coches, patines eléctricos…pero existen más opciones. Caminemos juntos”.