La Dra. Nieves Mata, jefe de Otorrinolaringología, distingue ambos trastornos

Muchas veces, cuando nos asomamos a un balcón o a una azotea o cuando observamos desde arriba un barranco o un precipicio, sentimos una sensación de desequilibrio que llamamos vértigo. Sin embargo, como aclara la Dra. Nieves Mata, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Nuestra Señora del Rosario, estamos ante dos realidades muy distintas. De un lado, el vértigo. De otro, el miedo a las alturas.

“El vértigo verdadero es una sensación falsa de giro de objetos, de movimiento ilusorio. Generalmente es producido por una alteración en el laberinto, en el órgano del equilibrio del oído interno”, explica la Dra. Mata. En realidad nosotros no nos estamos moviendo y, sin embargo, notamos que todo a nuestro alrededor se está moviendo o somos nosotros mismos los que nos movemos.

Según detalla, este tipo de vértigo aparece en personas que tienen enfermedad de Ménière con crisis de vértigo, náuseas y vómitos de más de 20 minutos de duración. “También puede aparecer una sensación vertiginosa de uno o dos segundos cuando nos incorporamos o nos tumbamos en la cama. O en otras enfermedades en que la sensación de giro de objetos es debida a una pérdida de función del órgano del equilibrio”, abunda la especialista.

¿Es lo mismo vértigo y miedo a las alturas?

No. Como aclara la Dra. Mata, Hay que diferenciar claramente el vértigo del oído y el miedo a las alturas, pues son distintos. Este último es una sensación de desequilibrio cuando una persona se expone a una altura importante. “En este caso no se trata de una enfermedad. Si no se expone a esa situación, no se producen en él síntomas”, continúa.

¿Por qué hay quien tiene más miedo a las alturas que otras? Probablemente porque no manejen adecuadamente la información visual ni situaciones de ansiedad, y esa ansiedad es la que ocasiona el trastorno del equilibrio. Y concluye: “Cuando hablamos de vértigo de las alturas no lo hacemos de un vértigo otorrinolaringológico, sino de un miedo a las alturas, como existen temores a las arañas o a los espacios abiertos. En este caso, el tratamiento es con terapia conductual, es decir con psicología o, en casos más graves, psiquiatría, pero no con especialistas en Otorrinolaringología”.