El concepto de belleza ha estado siempre sujeto a variaciones de tipo cultural y étnico. En los últimos tiempos, la influencia socioeconómica de los países occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, ha marcado tendencia. Ello ha hecho, por ejemplo, que en países orientales como Japón, Corea o China la occidentalización de los ojos recreando el pliegue del párpado sea unas de las cirugías más solicitadas; o que en Brasil, donde la cultura del cuerpo pasaba por tallas pequeñas de sujetador, ahora se perciba de modo diferente.
En muchas ocasiones estas tendencias son favorables y han contribuido a mejorar la calidad de vida de los pacientes, al sentirse mejor con ellos mismos.
En otras, sin embargo, no debemos dejarnos influenciar por estas tendencias y el cirujano plástico tiene la responsabilidad ética y profesional de aconsejar al paciente no sólo sobre la incompatibilidad de una determinada cirugía con un aspecto natural, sino de los posibles efectos secundarios adversos o el «no retorno» a una situación de normalidad.
En los últimos años nos encontramos con otra singularidad, en la que determinados pacientes disponen de una «información exhaustiva» (a través de internet ), pero sin capacidad de procesarla adecuadamente, lo que a veces les confunde haciéndoles expresar deseos poco realistas: nariz con rasgos poco naturales para una determinada estructura facial, volumen excesivo del pecho para sus dimensiones de tórax, técnicas de rejuvenecimiento no indicadas….
Jefe del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora