En forma de ‘S’ o de ‘C’. Así es la curvatura lateral de la espalda en las personas que sufren escoliosis, un transtorno que se produce en la columna vertebral aparentemente sin una causa clara. A simple vista suele ser fácil identificar a estas personas, puesto que pueden tener los hombros a diferentes alturas o las caderas desniveladas, por ejemplo.

Pero esta enfermedad va más allá del trastorno físico y los dolores, es posible que genere problemas psicológicos en la persona que la padece, con episodios de inestabilidad emocional o, incluso, depresión. En este caso, no es una ilusión, como en la anorexia o la bulimia. La escoliosis provoca distintos grados de deformidad de la espalda que pueden llegar a ser acomplejantes para quien los sufre.

Pero que nadie tire la toalla. Hay métodos para reducir los dolores y enderezar la curvatura, sea del grado que sea. Estos van desde ejercicios hasta la intervención quirúrgica, con técnicas cada vez menos invasivas y de más rápida recuperación, como el sistema Daytona, una técnica en la que contamos con una trayectoria muy sólida.

Lo primero es identificar el problema, es decir, diagnosticar el tipo de escoliosis del que se trata y ver la mejor manera de tratarla.

En general, se considera escoliosis a una desviación de la columna de más de diez grados hacia cualquiera de los lados, vinculada a una rotación, que puede además provocar una giba o chepa en la espalda del paciente. En el 80 por ciento de los casos, se desconoce su causa u origen, por lo que se denomina escoliosis idiopática.

En todo caso, es una patología propia de las edades del crecimiento, con tres de cada cien niños en edad escolar que la sufren, por lo que se suele diagnosticar entre los 12 y los 15 años y más en las chicas, con cuatro casos frente a uno de los chicos. Cuando se produce en adultos, normalmente la causa es degenerativa o relacionada con otras patologías, como neuromusculares, y entonces se conoce como escoliosis secundaria.

Sus principales síntomas son:

  • desequilibrio
  • inestabilidad
  • promiencia lateral de las costillas
  • problemas cardiopulmonares
  • daños neurológicos

Además del grado de curvatura, se habla también de desviación no estructural, cuando la desviación es temporal, generalmente provocada por una causa que el médico intentará identificar y solucionar, y estructural, si la curva es permanente y el origen podría ser una patología, un golpe, un defecto desde el nacimiento o una infección. Y también se clasifica en distintos tipos según dónde esté el trastorno:

  • torácica: en la que la columna torácica está afectada
  • lumbar: cuando la alteración se encuentra en el área lumbar
  • toracolumbar: cuando la zona alterada está en la unión de la columna torácica con la lumbar
  • doble curva: en los casos en los que existe curvatura a la vez torácica y lumbar 

Para diagnosticar la escoliosis, muchas veces el test de Adams, que consiste simplemente en que el paciente colocado de pie se incline hacia delante doblándose por la cintura, dejando colgar los brazos con las manos unidas y manteniendo las rodillas extendidas y los pies juntos. De esta manera, el doctor, ubicado tras el paciente, puede ver claramente la alineación de las vértebras de la columna y detectar posibles vestigios de aparición de giba costal.

Aunque existen otros métodos para identificarla, como los radiológicos, que especificarán el ángulo de la curvatura, la ubicación y la forma, con una simple exploración física, se puede ver:

  • hombros a distintas alturas
  • una inclinación en la cintura
  • mayor prominencia de un omóplato
  • la existencia de chepa

También se tendrán en cuenta los antecentes familiares, es decir, si otro miembro de la familia del afectado padece algún problema de este tipo, así como otras afecciones médicas que puedan jugar un papel.

Una vez diagnosticada, según el ángulo y el tipo de curvatura, la clase de la escoliosis, la edad del paciente y los años que le quedan de crecimiento, contamos con distintas opciones de tratamiento:

  • El ejercicio y la rehabilitación, que servirán para que el paciente mejore su postura y fortalezca los músculos.
  • El uso de corsé u otros dispositivos, con el fin de reducir el riesgo de progresión de la curva, haciendo que ésta no se incremente más de cinco o diez grados. Están especialmente indicados para desviaciones inferiores a 40 grados y para pacientes en crecimiento con curvaturas de 20 a 40 grados.
  • Cirugía: uno de cada diez afectados necesitará operarse. La cirugía está indicada en los casos en los que falla el tratamiento conservador, la curva tiene un ángulo superior a 45 grados o existen alteraciones en el equilibrio de la columna o deformidades importantes. En el caso de los adultos, será el dolor lumbar o neurológico el que indicará la necesidad de realizar una intervención. También se puede valorar si lo solicita el paciente por motivos estéticos.

De entre las técnicas disponibles, sin duda, la más avanzada y que presenta más ventajas para el paciente es la técnica Daytona.

Dr. Rafael González Díaz
Jefe de la Unidad de Cirugía de Columna