El ictus es una enfermedad que produce un gran impacto en la persona que lo sufre y en sus familias, por las complicaciones asociadas que puede causar, llegando incluso a producir una discapacidad permanente en los afectados. “Se trata de un trastorno neurológico que en la mayoría de los casos está producido por un infarto cerebral, en cerca del 85% de los casos, o por una hemorragia cerebral, en el porcentaje restante”, explica el Dr. Francisco Gilo, neurólogo del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (INEAMAD), centro integrado en el Hospital Nuestra Señora del Rosario, de Madrid.
Los ocho aspectos clave del ictus en su fase aguda son:
1-Incidencia: Afecta a unas 100.000 personas en España al año y es la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda entre los hombres, después de la cardiopatía isquémica.
2-Factores de riesgo: Existen factores de riesgo no modificables como son la edad, a partir de los 60 años aumenta el riesgo de padecer un ictus; el sexo, es más frecuentes en hombres, y la historia familiar de ictus. Entre los factores de riesgo sobre los que se puede actuar están la hipertensión, las enfermedades cardiacas, el tabaco, el colesterol elevado, la diabetes, el alcohol, la obesidad y los anticonceptivos orales, sobre todo si se asocian con el tabaco o con enfermedad cardiovascular.
3-Síntomas: Los cuatro signos de alarma son:
- Debilidad brusca en una parte del cuerpo (mitad derecha o izquierda)
- Dificultad para poder hablar o una desviación de la mitad de la boca.
- Inestabilidad
- Pérdida de visión o visión doble
4-Detección precoz: El tiempo es oro en el ictus. En el instante en que se detectan las primeras señales hay que ponerse en contacto con los servicios sanitarios, ya que el tratamiento precoz reduce la probabilidad de sufrir secuelas permanentes.
5-Diagnóstico: La atención dependerá del tipo de ictus. Por eso, es necesario efectuar un TAC craneal para identificar el tipo de ictus: infarto o hemorragia cerebral.
6-Tratamiento: En los pacientes con un infarto cerebral se establecerá un tratamiento cuyo fin es restablecer la circulación en la zona cerebral donde se ha interrumpido. Para ello, se cuenta con tratamientos farmacológicos o de intervencionismo. En ambos casos, el objetivo es el mismo y la elección depende del equipo multidisciplinar que esté tratando al paciente, teniendo en cuenta sus circunstancias y la zona afectada. Para los casos de hemorragias cerebrales, el tratamiento dependerá de las características de éstas. Posteriormente, se iniciará un programa de rehabilitación con el objetivo de reducir las secuelas.
7-Pronóstico: El pronóstico de los pacientes que han sufrido un ictus dependerá de la rapidez con la que hayan sido diagnosticados y tratados. La aplicación temprana de los tratamientos hace que se reduzcan de forma significativa las posibles secuelas.
8-Seguimiento: En las unidades especificas de ictus se cuenta con todos los especialistas necesarios para un abordaje integral del paciente.
Dr. Francisco Gilo
Servicio de Neurología
Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (INEAMAD)