Las altas temperaturas suponen un desafío para el organismo, que se ve obligado a hacer un esfuerzo de adaptación para mantener una temperatura corporal adecuada. De ahí que sudemos más, que nuestras venas se dilaten… Como recuerda la Dra. Débora Nuevo Ejeda, del Servicio de Medicina Interna del Hospital Nuestra Señora del Rosario, nuestro cuerpo está compuesto de un 60% de agua: “Cuando sudamos, perdemos líquido y sales minerales, que si no reponemos adecuadamente, podemos sufrir síntomas como dolor de cabeza, mareos, calambres… Algunos de estos efectos podrían acarrear consecuencias severas”. De ahí que, como alerta, “identificar los problemas de salud que el calor ocasiona resulta vital para tomar las medidas adecuadas”.
¿Qué síntomas y signos deben llamarnos la atención?
Según la Dra. Nuevo Ejeda, debemos estar atentos a los siguientes síntomas:
- La sed intensa: la sed es un mecanismo que aparece cuando ya existe cierto grado de deshidratación. Por eso, cuando llega la temporada de calor es importante beber, incluso antes de tener sed.
- La piel, los ojos y las mucosas secos.
- Las características de la orina, que se torna escasa y más oscura.
- Los calambres musculares (en piernas, brazos y abdomen), sobre todo si se suda mucho y, especialmente, tras realizar una actividad física intensa.
- Aparición de fatiga, debilidad o cansancio.
- Sensación de mareo, confusión o somnolencia.
- Aumento del pulso y la frecuencia respiratoria.
“Tener en cuenta todos estos signos y beber líquidos en cantidad y frecuencia suficientes resulta importante para cualquier persona, pero es vital para las poblaciones más vulnerables”, abunda la especialista.
¿Qué personas son más susceptibles de sufrir una deshidratación?
Afirma la Dra. Nuevo que “las personas mayores, las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, los niños y las personas enfermas son más vulnerables a los efectos del calor y la deshidratación”. No hay que perder de vista tampoco a los trabajadores al aire libre o a aquellas personas que practican actividad física intensa, quienes deben poner especial hincapié en asegurarse una hidratación correcta.
Cómo prevenir la deshidratación
Para evitar la deshidratación y mantenerse a salvo de los efectos de las altas temperaturas, hay ciertas recomendaciones a tener en cuenta:
- Beber de 2-3 litros de líquidos al día, de manera continua y en pequeñas cantidades. Mucho mejor si están a temperatura ambiente y no excesivamente fríos.
- Si se realizan esfuerzos físicos, aumentar estas cantidades y vigilar las pérdidas a través del sudor.
- Beber estas cantidades de agua para algunas personas puede resultar tedioso. Por eso, existen distintas variedades de bebidas. Los diferentes tipos de infusiones, refrescos, zumos o lácteos pueden hacernos más fácil la tarea de beber la cantidad óptima recomendada.
- Llevar siempre a mano una botella con alguno de estos líquidos, para recordarnos que necesitamos beber de manera continua.
- Tomar alimentos ricos en agua, como frutas, verduras u hortalizas.
- Evitar el consumo de bebidas alcohólicas porque, paradójicamente, no nos ayudan a hidratarnos. Por el contrario, favorecen la pérdida de líquidos por su efecto diurético.
- Mantenerse en lugares frescos y ventilados y evitar la exposición al sol y la realización de ejercicio físico en horarios de mayor temperatura (habitualmente de 12 a 18h).
“Es necesario recordar que, ante cualquier duda sobre cómo hidratarse y, sobre todo, si se piensa que uno o alguien de su entorno está sufriendo algún síntoma de deshidratación, no hay que dudar en consultar o acudir al centro médico más cercano”, concluye la internista.